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Martín Mena y José Cerezal, el color de un tiempo

“Todo es de color”, cantaba Lole Montoya con Manuel siempre arrancándole quejidos a su garganta y a su guitarra. En la vida, en el día a día, miremos donde miremos, todo es de color. Hasta la ausencia del color tiene color. El color de la espera. Porque la espera necesita también de tonalidades, de pinceles y de luces. Y en esta casa siempre hemos querido mirar por el color, porque Sevilla y su Semana Santa son color. La Semana Santa es un abanico inabarcable, una paleta inalcanzable para cualquier artista. Y todo aquel que haya querido acercarse con avaricia y ambición ha terminado por caer al pozo de la negrura.

Pero es que hasta en el color único hay variedades. No, no es la misma luz la del Domingo de Ramos que la del Viernes Santo cuando el Cachorro llega al Puente de Triana con los ojos acercándose, a medias, a la muerte y a la Resurrección. No es la misma luz la del Señor de la Salud subiendo la Cuesta del Bacalao que la que hay, a la misma hora, en la calle Feria o en el Baratillo. Distintas luces, distintos colores, distintas direcciones. Y distintos tiempos. Porque tampoco la luz de mayo en la risa fugitiva del niño de la Salud de San Isidoro es la misma que la del Niño que duerme en las cuentas del Rosario de San Gil. Una luz más tenue, más apagada, más pronta. ¡Cómo es posible si es el mismo tiempo! Y esas diferencias son las que nos unen y nos hacen partícipes de una misma verdad intangible. Esas diferencias (y ese paralelismo) nos llevan a dos nombres, varios apellidos, misma profesión.

Juan Miguel Martín Mena y José María Jiménez Pérez-Cerezal. Dos tiempos, dos miradas, dos historias que se unen en 2020 y servirán como anuncio de la pasión y de la gloria de nuestra ciudad y de nuestro portal. El alto y calcolítico Aljarafe y la baja y nazarena Dos Hermanas como cunas, como centros de un trabajo que verá la luz en una misma ciudad pero en distintos tiempos. Y en distintas luces. Martín Mena al bolígrafo, con la técnica minuciosa de un copista en el huerto, y Cerezal con el impresionismo de su personalidad, sus inquietudes y su alegría. Uno, Cuaresma, otro, las Glorias, con amplios bagajes a sus espaldas y numerosísimos encargos por toda la geografía no solo sevillana, no solo andaluza, sino española.

Es la apuesta de Cinturón de Esparto, es la apuesta por y para Sevilla. El color, independientemente de su forma y de su técnica. La perfección de las líneas, el virtuosismo francés y la provocación insultante de los rojos, los amarillos, los azules… Todo a un tiempo para distintos tiempos. Los tiempos que nos mantienen vivos y despiertos con sus luces, sus perspectivas y, por supuesto, con sus colores. Con los colores de Mena y Cerezal. Tan distintos y tan necesarios.

 
Entrevista a Juan Miguel Martín Mena
Entrevista a José Cerezal