Blog

Aquí, sin mojarme

He escrito unos cuantos artículos cofrades —más de cincuenta— y creo que en ninguno me he mojado. O al menos, sobre los grandes temas de debate, a saber, la Carrera Oficial, los horarios, las incorporaciones de nuevas Hermandades, los pregoneros, los cartelistas y sus carteles, y algunos más que aparecen, perviven y desaparecen cada Cuaresma. Acerca de estos temas nada he dicho.

¿Por qué no lo hago, por qué no me mojo? Diría que hay dos motivos: uno, porque sobre la mayoría de los temas no tengo una opinión sólida; la otra razón es porque prefiero escuchar y mantenerme al margen, contraponiendo pareceres, tratando de comprender. Aunque no opine, me parece estupendo que se discutan estos temas, a pesar de que a veces los términos en que se hace dejen mucho que desear. O que los temas sean triviales o innecesarios. Entiendo, por encima de todo, que esta actividad vivifica las cofradías, mantiene vivo el espíritu de los cofrades. Es una necesidad hacerlo.  Y como gran acontecimiento popular, la Semana Santa no sería igual sin la tertulia en barra, el artículo tendencioso o la burla generalizada en las Redes Sociales, que han multiplicado esta tendencia natural. En suma, mientras haya opinión habrá Semana Santa. Cuando nada importe y caigamos en la indolencia ante cualquier banalidad, ¡ay! de nosotros los cofrades.

Pero en este artículo voy a hacer por mojarme. La humedad me ha calado, así que ya me tiro de cabeza. El conjunto de los cofrades, menos yo hasta ahora, opina. Pues voy a opinar de los que opinan, que como escucho a muchos, sé de lo que hablo. Y opino que me gustan, ya me encuentre más o menos de acuerdo con sus exposiciones, los que lo hacen de frente. Los que ponen su nombre, sus apellidos y su pluma o su voz. Y si con su independencia aportan ideas distintas, mejor todavía. Luego, como digo, veré si me parece bien, mal, acertado o un disparate, pero el hecho de opinar de esta forma me invita siempre a estar pendiente de lo que se exponen. Se merecen ser escuchados, y esto no es poco. Del mismo modo, aquellos que se esconden detrás de un seudónimo o, simplemente defienden las tesis amparadas por los grupos de influencia, me cuesta más escucharlos y más aún tenerlos en cuenta.  No digo que cuando creo que tienen la razón se la quite, pero se me hace difícil digerir esta posesión. A mi juicio, esta es mi opinión, ser independiente se paga caro, y no serlo debe estar bien remunerado. Todo tiene un precio.

Bueno, después de mucho escrito creo que he dado una opinión, y como no podía ser de otra manera viniendo de mí, sobre opinantes. Pero se queda uno a gusto, igual me prodigo más por este ámbito en próximos artículos. A ver si me vuelvo un canalla de esos.