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Los ojos de quien mira

Cuando tuve ciertas luces y entré al mismo tiempo en el inmenso y variopinto submundo de las cofradías buscaba lo puro. Entendía que todo aquel que se acerca a las imágenes, de las varias formas  que las cofradías lo permiten, debía hacerlo por una profunda fe en Dios. Pensaba que aquel que se saliera de este requisito supremo sobraba, y esto explicaba  para mí que pudiese haber tantas personas siendo partícipes de las cofradías y viéndolas por las calles de nuestras ciudades y pueblos; porque si solo se acercara a ellas quien cumpliera estas estrictas normas no hablaríamos de grandes dígitos. Con el tiempo entendí que nadie sobraba, que solo se trata de perspectivas, de diferentes formar de mirar y acercarse. Un mundo que veía plano y con poca profundidad se partió y aparecieron numerosos filones que poder esculpir  y rincones que  disfrutar al descubrir. Después de aquello puedo sintetizar en tres las formas de mirar las cofradías una persona:

-La primera es la más rigurosa desde el punto de vista religioso. Es ver las cofradías como una celebración cristiana, solemne y conmemorativa de la Pasión, Muerte y Resurrección. Supone una externalización del culto, una liturgia en las calles.

-La segunda es de suma importancia por lo que supone, es la tradición. La gente hace suya las imágenes, mostrándole su devoción y transmitiendo los rituales de la mano de los recuerdos, sentimientos y vivencias.

-La tercera y última sale totalmente del plano religioso. Es el prisma del arte. Las imágenes sagradas son sin duda auténticas obras de arte junto con los pasos en los que procesionan.

Los extremos aquí no faltan,  por lo hay quien mira las cofradías desde solo un punto de vista. Pero estoy seguro que muchas personas mirarán las cofradías con una combinación y con la ponderación que quieran, puedan o le hayan enseñado a darle a cada forma de mirar. Los ojos de quien mira son solo suyos, pero miran lo mismo que todos nosotros.