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Gracias, Cinturón de Esparto

Era agosto de 2018 y, entre la jarana propia de la Feria, en aquella mesa de jóvenes que comían y charlaban animadamente de cofradías, el más avejentado de ellos, con una diferencia que se mide en lustros, sintió por fin el impulso de consultar con su paisano, “¿oye, y eso de Cinturón de Esparto cómo va? Porque a mí no me importaría escribir sobre cofradías y conocer una nueva perspectiva de nuestra Semana Santa”.

Era yo el que hablaba. Me había costado mucho formular aquella pregunta. Quizás fuera que cumplía años y necesitaba de algún propósito que me renovara por dentro, agotado de tantas rutinas imposibles de desprender. Quizás fuera porque algunos amigos me incitaron a ello, motivándome a poner mi mediocre escritura al servicio de Sevilla y su Fiesta Mayor.

Sea como fuere, mi amigo, uno de los miembros fundadores de Cinturón de Esparto, me puso en contacto con su director, Manuel Giráldez, quien me dio la posibilidad de incorporarme al equipo de Redacción. El cinco de septiembre, puse firma a mi primer reportaje, dedicado al CC Aniversario de la advocación de María Santísima de los Dolores en Umbrete. Mi hermandad. Mi pueblo. Mi gente. Protagonistas todos del primer escrito que llevó mi nombre en la que desde entonces se convirtió en una nueva familia.

Una familia con la que he compartido desde hace año y medio inolvidables momentos, algunos desde la distancia, vía telefónica, compartiendo risas y memorables debates, y otros juntos, en actos como la presentación de nuestros carteles de Semana Santa y Glorias y el Programa de Mano que circuló entre mis amigos que comentaban en este es el que ha participado el Juampe. Intentando mantener a raya la vanidad, que no escasea precisamente en el mundo cofrade, fue imposible no sentir una pizca de orgullo en esos instantes.

Pero con la mano en el corazón, aseguro que no ha sido la vanidad quien ha impulsado a estos dedos a escribir una y otra vez sobre las teclas. Ha sido el sentimiento. Aquella sonrisa feliz bajo el portal del Ayuntamiento cuando la Victoria de María regresaba exultante bajo una cascada de pétalos. Aquel pellizco de una noche de diciembre con la Virgen de la Encarnación por Luis Montoto. Aquel reportaje histórico que me acercó de nuevo al Señor. Dios escribiendo sobre renglones torcidos. La responsabilidad de poner palabras a una Crónica del  Domingo de Ramos  en el que Amarguras cumplió cien primaveras. La congoja de ver a la Estrella alejándose por Arfe  bajo el palio de Ojeda. Las lágrimas que emborronaban mis ojos cuando a finales de Año le escribí a la Esperanza por seguir siendo la Macarena de todos los míos.

Reportajes, crónicas, algunas reflexiones y opiniones…y noticias. También malas. Hay muchas ocasiones en que al pulsar “Enviar”  he tenido que lamentarme de hacerlo. Pero tenía que ser. He dedicado escritos a familiares y amigos que ya no están entre nosotros. Yo os he ayudado a llorar por Rafa Serna, Pepe Hidalgo y Álvarez Duarte. Yo os he animado a esperar con paciencia la primavera del próximo año tras la histórica decisión que nos arrebató las procesiones mientras mi interior se desgarraba. Y hace apenas un suspiro os he comentado cómo en las marismas también han perdido el sueño de la primavera en una época terrible donde en los hospitales se acude al relevo de los innumerables septenarios dolorosos de personas que ni siquiera pueden dirigir un último rezo a la estampa de sus devociones.

Pero también os he hablado del positivo impacto económico que ejercen nuestras hermandades con sus restauraciones y estrenos. De cómo tienen siempre un lugar para el más desfavorecido. De su empeño en mantener y ensanchar la Caridad y la Asistencia Social. Y he intentado plasmar la emoción que provoca en los demás el rostro de Cristo y María, como las sonrisas que devolvieron aquellos niños a la Virgen de los Reyes cuando la mañana del quince de agosto iniciaron la tradición de sus mayores, la emoción de aquel costalero de la Virgen de las Angustias que portó al Señor de la Salud en el Vía Crucis o aquella levantá del Rosario de la Macarena dedicada a Miguel Loreto en la puerta de la antigua carbonería.

Cinco años cumple esta casa cuya puerta me fue abierta en septiembre de 2018. Aún me siento novato ante la experiencia que algunos de mis compañeros acumulan. Gracias a todos los que habéis puesto de vuestra parte. A Manuel Giráldez por darme la oportunidad constante de escribir sobre Sevilla, la Semana Santa  y también sobre las fiestas y devociones de mi pueblo. A José María Marín, el cicerone que me trajo hasta aquí y a todos mis compañeros, especialmente los del equipo de Redacción con quienes comparto compromiso.

Gracias por supuesto a todos los que confían en Cinturón de Esparto, conocidos y anónimos que estáis ahí detrás respaldándonos y nos hacéis llegar vuestra confianza. Y GRACIAS en mayúsculas a Dios Nuestro Señor, loado sea en el Santísimo Sacramento del Altar y a María, la Virgen Inmaculada, Madre de Dios y Esperanza Nuestra, por ser motor de la acción de este redactor que ha intentado poner su voluntad y servicio a la Fiesta Más Grande de la Ciudad de los Sueños.