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El dogma de la Inmaculada Concepción

¿Qué es?

La Inmaculada Concepción es un dogma de la Iglesia católica decretado en 1854 que sostiene que la Virgen María estuvo libre del pecado original desde el primer momento de su concepción por los méritos de su hijo Jesucristo, recogiendo de esta manera el sentir de dos mil años de tradición cristiana al respecto.

Al desarrollar la doctrina de la Inmaculada Concepción, la Iglesia contempla la posición especial de María por ser madre de Cristo, y sostiene que Dios preservó a María desde el momento de su concepción de toda mancha o efecto del pecado original, que había de transmitirse a todos los hombres por ser descendientes de Adán y Eva, en atención a que iba a ser la madre de Jesús, quien también es Dios. La doctrina reafirma con la expresión «llena de gracia» (Gratia Plena) contenida en el saludo del arcángel Gabriel y recogida en la oración del Ave María.

¿Cuándo nace este dogma?

De la carta apostólica del papa Pío IX, Ineffabilis Deus (en latín, ‘Inefable Dios’), en la que declara este dogma de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María. Fue promulgada el 8 de diciembre de 1854, fecha de la fiesta anual de la Inmaculada. La Inmaculada Concepción de María es una de las dos únicas declaraciones ex cátedra; por lo tanto, para la Iglesia católica, se trata de una declaración infalible pues queda incluida en el magisterio extraordinario de la Iglesia.

¿Bula, carta apostólica o constitución apostólica?

Cualquiera de estas referencias puede considerarse válida. Por tratarse de un decreto papal del máximo nivel, la Ineffabilis Deus debe considerarse una constitución apostólica, pues las constituciones apostólicas se publican como bulas y así se hizo con estas, y atendiendo al encabezamiento de su edición impresa, Litterae Apostolica (‘carta apostólica’), también una carta apostólica. Por su propósito, las constituciones apostólicas se denominan constituciones dogmáticas o constituciones pastorales; Ineffabilis Deus es, por tanto, una constitución dogmática.

¿Por qué celebramos es España la Inmaculada Concepción y por qué el 8 de diciembre?

Para responderlo, tenemos que remontarnos a la Batalla de Empel, también conocida como el Milagro de Empel, ocurrió los días 7 y 8 de diciembre de 1585 durante la Guerra de los Ochenta Años, en la que un Tercio del ejército español, el Tercio Viejo de Zamora, comandado por el maestre de campo Francisco Arias de Bobadilla, se enfrentó y derrotó en condiciones muy adversas a una flota de cien barcos de los rebeldes de los Estados Generales de los Países Bajos.

De acuerdo con las crónicas de aquellos días, el Tercio del Maestre de Campo Francisco Arias de Bobadilla, combatía en la isla de Bommel, bloqueada por completo por el ejército contrario. La situación era desesperada para los Tercios españoles, pues, además del estrechamiento del cerco, había que sumarle la escasez de víveres y ropas secas.

El jefe enemigo propuso entonces una rendición honrosa pero la respuesta española fue clara: «Los infantes españoles prefieren la muerte a la deshonra. Ya hablaremos de capitulación después de muertos». Ante tal respuesta, recurrió a un método bastante utilizado en ese conflicto: abrir los diques de los ríos para inundar el campamento enemigo. Pronto no quedó más tierra firme que el montecillo de Empel, donde se refugiaron los soldados del Tercio.

En ese crítico momento un soldado del Tercio cavando una trinchera tropezó con un objeto de madera allí enterrado. Era una tabla flamenca con la imagen de la Virgen María.

Anunciado el hallazgo, colocaron la imagen en un improvisado altar y el Maestre Bobadilla, considerando el hecho como señal de la protección divina, instó a sus soldados a luchar encomendándose a la Virgen Inmaculada:

“Este tesoro tan rico que descubrieron debajo de la tierra fue un divino nuncio del bien, que por intercesión de la Virgen María, esperaban en su bendito día.”

Esa noche, se desató un viento completamente inusual e intensamente frío que heló las aguas del río Mosa. Los españoles, marchando sobre el hielo, atacaron por sorpresa a la escuadra enemiga al amanecer del día 8 de diciembre y obtuvieron una victoria tan completa que el almirante enemigo llegó a decir: «Tal parece que Dios es español al obrar tan grande milagro».

Aquel mismo día, entre vítores y aclamaciones, la Inmaculada Concepción es proclamada patrona de los Tercios de Flandes e Italia.

Sin embargo, este patronazgo se consolidaría trescientos años después, tras la publicación de la bula Ineffabilis Deus del 8 de diciembre de 1854 proclamase como dogma de fe católica la Concepción Inmaculada de la Virgen Santísima. El 12 de noviembre de 1892, a solicitud del Inspector del Arma de Infantería del Ejército de Tierra de España, por real orden de la Reina Regente doña María Cristina de Habsburgo, se declaró Patrona del Arma de Infantería a Nuestra Señora la Purísima e Inmaculada Concepción.