Blog

Tu Caridad, Señor

Puede que no te vaya a decir nada que no te hayan dicho ya. Mejor dicho, seguro que no te suene a novedad esto que te digo. Pero te lo diré Señor, porque estoy seguro que me vas a escuchar y porque llegando de los últimos, tú y tus hijos me miran como al más longevo.  Pero y los que a ti a menudo se acercan saben bien eso de que en la cola hasta llegar que tus plantas no habrá sitio por eso en la vida terrenal el lugar que ocupes no importa.

Pero déjame decirte Señor algo que a mí me importa y que además acrecienta mi devoción por ti, que es tu Caridad. Todos sabemos la caridad que no Se más que darle algo a quien poco o nada tiene.  Déjame decirte que yo lo veo también de otra manera, el prisma desde el que veo las cosas me muestra otra forma de caridad, que es la que tu nos das. Es tan diferente que es hasta la inversa de la que todos conocemos. Para todos nosotros la caridad es dar algo a quien poco o nada tiene. Sin embargo, la caridad que yo veo en ti Señor es la inversa, pues tú das a quien de todo tiene. Porque la mayoría de tus hijos tenemos la gran suerte de necesitar pocos bienes materiales necesarios y tú nos regalas lo más grande que puede entregarse, la propia vida.

Pero no conforme con entregarnos todo, con darnos tu caridad, también nos enseñas algo que falta muchas veces en nuestras vidas, la humildad. Un valor deteriorado en tiempos en los que impera el egocentrismo o la vanidad, tú nos das una gran lección. Se la regalas a tus vecinos, fieles, devotos y a todo aquel que se acerque a tu parroquia y vea que ni te inmutas, que no te alteras cuando ves que pasan delante de ti buscando rezar al que da nombre al barrio o a tu nuestra amantísima madre.

No es necesario pasar ratos largos delante de ti para darse de cuenta de lo que te digo, por eso mismo pienso que nada nuevo te aporto, que todo lo que te acabo de contar lo conoces. Lo único que ahora mismo término de hacer es un ejercicio de reflexión, abriéndote mi corazón.