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Este es un cartel por y para los loreños y para que sea rápidamente reconocido entre todos los devotos de María Santísima, por ello la obra entera está basada en el célebre «moñito», para esta ocasión César Ramírez ha escogido el de los colores de María, pues fue el que le regalaron cuando la pintó por primera vez y aunque los hay de más colores antiguamente se los colocaban los romeros prendidos en sus ropas en numerosa cantidad, para el autor el moñito celeste y blanco lo considera el más puro y esencial y el entorno ideal para enmarcar a María Santísima.

Técnicamente se trata de una obra al óleo sobre tabla de 100x70cm y compositivamente los colores y la imagen de la Virgen en el moñito se desbordan hasta abarcar todo el formato mostrando en la parte inferior los elementos más importantes de la Romería cómo es la Virgen en su templete llevada por sus devotos guiados por la vara del Hermano Mayor y con la Ermita y Cruz del Humilladero como testigos vivos de la fe de un pueblo. La disposición final hace que se enfatice el rostro de la Virgen y se crean dos ámbitos de respeto donde se forman las escenas antes mencionadas y situadas a eje de las leyendas presentes en el moñito.

La imagen central del cuadro la llena María Santísima de Setefilla tal y como iba vestida en la Romería del año pasado con el nuevo traje bordado en oro fino sobre terciopelo celeste agrisado y que fue donado por un grupo de hermanos y devotos inspirado en sus vestimentas de las damas de la corte de los Austrias.

La yuxtaposición de la imagen de la Virgen con una definición más elaborada y sofisticada en su ejecución pictórica fuente al lenguaje propio de la cartelería en el resto de la obra con el uso de una gama cromática sencilla y de colores planos hace que la Virgen destaque en el conjunto y se refuerce su centro de atención para esta forma intentar lograr que Ella sea siempre la protagonista como no podía ser de otra forma.