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Los ‘kofrades’ y los ‘cofraudes’

El término «kofrade» es empleado desde hace varios años para referirse a las personas que siguen a una determinada banda o a un determinado capataz, prestándole a éstos más importancia que a las imágenes sagradas. Un término, a mi humilde parecer, muy desacertado o, al menos, equivocado en su uso.

El cofrade es aquel que tiene hecho un hueco en su vida para las Cofradías. Las Cofradías se componen de varios elementos: las imágenes sagradas, el patrimonio artístico, el exorno floral, la cera, la música, el olor, el andar y, sobretodo, las personas y la presencia de Dios en ellas. Todo suma.

¿Se puede ser Cofrade sin prestarle atención a Dios? En mi opinión, es posible. Se puede ser un enamorado de algún elemento mencionado y anteriormente y, sin embargo, no ver a Dios en ello, aunque realmente está presente en todo momento.

¿Es más cofrade el que reza cuando ve una imagen sagrada o a Jesús Sacramentado y no le presta atención a lo externo que el que se queda únicamente en lo superfluo? Yo creo que ambos son igual de cofrades. Las Cofradías son algo tan infinitamente extenso que es imposible reducirlas a una sola cosa, y esto es lo que hace tan grande a las Cofradías.

¿Tenemos el derecho de calificar a los demás en función de sus preferencias? Cristo nos enseñó a no juzgar a los demás, por tanto, venerar a las imágenes y adorar al Santísimo Sacramento mientras se denomina «kofrade» al que prefiere escuchar bandas, ver como andan los capataces, observar minuciosamente las vestimentas y los enseres e incluso va a ver las Cofradías por el olor y/o el exorno floral sería convertirse ellos mismos en «cofraudes». Debemos dejar que cada persona disfrute las Cofradías como desee y vaya por lo que a ella misma más le interese sin juzgarla ni calificarla por ello. Seamos más cofrades y menos «cofraudes».