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De La Magdalena a la Catedral bajo el sol Sevillano

Sevilla quiere recuperar su Via Crucis, lo está consiguiendo. Ayer quedó patente en uno de los mayores actos de la cuaresma en la ciudad, este año, entorno a la portentosa imagen del Señor de la Conversión del Buen Ladrón.

Con la primavera floreciendo en los naranjos, el sol que bañaba la tarde y unas temperaturas más propias de otros meses, a las 5 y media de la tarde se ponía en la calle la Cruz de Guía de Montserrat. El Cristo salía a la plaza y la luz lo llenaba todo, una estampa que no se recuerda, pues los Viernes Santos suele hacerlo con la noche ya presente. Por ello, quedará para la historia el contraluz en el que la estampa del Crucificado de Juan de Mesa se recortaba entre el sol como si de un ocaso se tratase.

Las estampas quedarán grabadas en la retina; el Cristo en vertical, la cercanía a la gente, la mirada hacia el pueblo y un largo etcétera de peculiaridades que se centraron en torno a Cristo en una tarde mágica de Cuaresma. Llegaba a la plaza de la Magdalena y apenas se veía el crucificado entre la nube de incienso.

La gente aguardaba en las aceras, distante al cortejo. Las altas temperaturas provocaban que se viesen las primeras calles algo más vacías de lo que estarían posteriormente hasta la llegada a la Catedral.


Poco a poco, con ritmo pausado y cierto retraso, las andas llegaban a la Catedral bajo el cielo azul de Sevilla. Pesaban, era el comentario generalizado de todos los que cogían al Cristo en alguno de los puntos del recorrido y por ello, hasta las 8 y cuarto de la noche no entraba por la Puerta de Palos con las campanas de la Giralda repicando.

Se iniciaba entonces uno de los Vía Crucis más concurridos que se recuerdan. Atrás van quedando estampas de una Catedral semivacía y el recogimiento se está recuperando en uno de los actos principales del año cofrade sevillano y en especial, de su Cuaresma.