Un cielo de la tonalidad azul mariano regalaba a la Ciudad de los Sueños una tarde que tan solo horas antes se barruntaba complicada tras una mañana inestable. Sin embargo, el sol se abrió paso desde el Aljarafe para llegar al barrio de la Macarena y permitir la salida procesional de la Virgen del Santo Rosario.
Son las seis de la tarde y en el Atrio de la Basílica parecen las doce de la noche del Viernes Santo. Sones clásicos para abrir el cortejo de una de las procesiones de Gloria más esperadas en el calendario letífico. La Centuria estrena uniforme y la Virgen del Rosario estrena otoño en la Macarena. Temperatura agradable y banda sonora perfecta. Del tambor de la Centuria al de Salteras, que interpreta con la Virgen aún en el interior del templo «Como tú, Ninguna».
El capataz arria el paso justo en el umbral. Tan sólo unos segundos, aunque nunca se sabe, en la Macarena unos segundos ante la Esperanza puede ser toda una vida. Sale la Virgen con el niño dormido, suena la Marcha Real y ese himno de la cofradía que es «Coronación de la Macarena». En este momento empiezan a encadenarse las composiciones musicales que constituyen una auténtica maravilla patrimonial de la hermandad de la Madrugá. Gámez Laserna, Pedro Morales, Emilio Cebrián…vuelven a encontrarse en la feligresía de San Gil, compartiendo cartel con otros autores ilustres como López Farfán, Vidrié o Santiago Ramos.
Pero el encuentro real es el de la Virgen del Rosario con la gente de su collación, de su hermandad, de su ciudad. La última luz del atardecer le sorprende por el coqueto entramado de las calles Antonio Susillo, Jesús de la Sentencia y Relator. En esta última, la bulla ya es una realidad así como el público que se congrega para ver cómo el paso llega a San Basilio con «La Estrella Sublime».
Sublime es el andar de los costaleros y la entrada de la Virgen en la popular calle Parras. A unos metros de la Antigua Carbonería Pepa, donde un azulejo recuerda al hombre de voz ronca que enseñó a sus costaleros a ver a Dios, el capataz toca el martillo y dicta Sentencia: «No se puede estar en un sitio más macareno. Por Miguel y por el barrio de la Macarena. Y por todos los macarenos».
Y por todos los macarenos la Virgen del Rosario recorre los metros que restan a su templo, dejando atrás Sagunto, San Gil y San Luis, cruzando el Arco y la reja que la lleva de nuevo al Atrio. Allí, la Virgen se vuelve para despedir a su gente y renovar el rito hasta el próximo octubre, en un domingo de Valme o Cuatrovitas. Se estrenará entonces un nuevo otoño en la Macarena. Pero el Niño de la Virgen seguirá dormido. Aún no será su tiempo y, total, ¿para qué despertar de un sueño acunado por Sevilla con el rostro de la Esperanza?
Juan Pedro Ríos
(Reportaje de Victor González, Tomás Quifes, José Casado, Rafa Soldado, José Campaña, Francisco J Cruz y José A Rodriguez)
