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Así es el Cartel para la Cruz de Arriba de Rafael Laureano

Si comenzamos desde la parte delantera a la trasera, vemos la tipografía “María Santísima del Rosario, septuagésimo quinto aniversario” con los colores: dorado, rojos y gris azulado que son los que predominan en la obra. Rodeando estas letras hay unas manos, veinte para ser exactos.

Las personas de la Cofradía reconocen el gesto perfectamente, pero para los que no son de allí es la expresión no verbal de decir de cuál Cruz eres, el gesto que se realiza en fotos, sevillanas y cantos siendo algo particular de la misma. ¿Porqué hay veinte? Por los veinte misterios del Rosario; los cinco gozosos, gloriosos y dolorosos, además de los cinco luminosos que incorporó San Juan Pablo II. Y estas manos no son las que la imaginación del artista ha querido plasmar, sino las de personas de la Hermandad que se fueron trasladando al estudio de Laureano para que los fotografiara, surgiendo en muchas ocasiones unas charlas improvisadas que le hacían impregnarse aún más de esa ilusión por estas Fiestas Grandes. Además. Estas manos están dibujadas pensando en que todos los que tienen sus dedos levantados están mirando a sus titulares.

Si bajamos una capa más en nuestra pieza, vemos a la Virgen pintada sobre metacrilato transparente, aunque no está representada como en el Apocalipsis 12: “una mujer vestida del sol, con la luna debajo de sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza”, como se nos presenta durante todo el año en su capilla. El motivo ha sido para potenciar los estrenos que se va a llevar a cabo: corona, cetro, orbe del niño y su corona.

Estas piezas están realizadas en metacrilato con una máquina láser que ha realizado los motivos ornamentales de estos objetos. La Virgen ha sido pintada en su totalidad con óleo sobre este soporte, excepto la tela del manto. Al no estar pintada nos deja ver lo que hay tras Ella, lo que la conforma… las rosas. Cincuenta rosas exactamente, liofilizadas (naturales con un proceso químico para que no se marchiten) que son las que le ofrecemos a la Madre de Dios cada vez que le rezamos un rosario.

Ella que es la Rosa escogida, Rosa mística, Flor de las flores… o como dice Gala, “la única Rosa en las que caben todas las primaveras”. La vemos como nos dicen las dos filacterias que la rodean del Cantar de los Cantares, quizás lo más bonito que se ha escrito en la historia sobre el amor, “Huerto cerrado eres, hermana mía, esposa mía, huerto cerrado, fuente sellada”. Por el amor que le profesa su hermandad, sus hermanos y su pueblo.

Esto nos lleva a la última parte, a la parte del fondo que se impone gloriosa entre nubes, ángeles, velas y dos rosales que ya parecen que se están moviendo, cruzando el dintel de la capilla y viéndose el celeste del cielo de fondo, degradándose a su vez a un gris azulado que será en lo que tornará cuando la cruz regrese de nuevo a su casa, para aguardar otros años de sueños, anhelos y suspiros que nos llevarán a una pregunta; ¿cuándo te volveré a ver pasear triunfal en majestad y gloria por las calles de tu pueblo?

La letras están cortadas en el soporte y nos deja ver la verdad, tras nuestros adornos, cohetes, fuegos, flores, bandas, marchas, etc. Está el triunfo de la Cruz, y en cuya Cruz estuvo a los pies su Madre, la Reina del Rosario.