Blog

Sabor e historia en torno a la procesión de la Virgen de la Hiniesta

El pulso vital de la ciudad (parafraseando a Arnido en la presentación del Cartel de las Glorias) se recoge, de manera perceptible, en las procesiones de gloria. Amén de los siete días mayores de Sevilla, durante el año las glorias vertebran barrios y feligresías completas. Tras casi un mes huérfanos de procesiones (a excepción de las de impedidos) ayer jueves se abrió el portón del tiempo letífico de Sevilla. Y el enclave elegido rezuma historia y devoción por cada poro de sus esquinas: San Julián.

La Virgen de la Hiniesta Gloriosa salió a las seis y media de la tarde desde la Parroquia de San Julián en dirección a la Catedral para presidir el Pregón de las Glorias que se celebrará, D.m, esta tarde a cargo de Juan Manuel Labrador. Con una luz casi maestrante, rayando lo veraniego, las campanas que rematan el baldaquino de la talla de Lastrucci anunciaban la apertura de una época que se cerrará en noviembre. Las primeras calles del recorrido guardaban un sabor a barrio antiguo y hondo difícilmente comparable a otros lugares de la ciudad. Hiniesta de Peralto en Rodríguez Ojeda mientras la comitiva abrazaba la iglesia de Santa Marina por cada uno de sus muros. Todo gótico, todo muy mudéjar. Muy de la puerta de Córdoba.

La Hermandad de la Resurrección recibió a la patrona del Ayuntamiento que, desde ese momento, aceleró el ritmo de una manera sensible. Se detuvo en San Luis de los Franceses y a partir de San Marcos apenas se paró el paso en tres o cuatro ocasiones. Eran las ocho de la tarde y se acumulaba un ligerísimo retraso. Cruzó la Plaza del Cristo de Burgos en una sola chicotá y en las estrecheces de Sales y Ferré la banda del Carmen de Salteras, ya con el uniforme de verano, interpretó “Sé Siempre Nuestra Esperanza” de Rubén Jordán. Exquisitez.

Si durante las primeras horas del recorrido un nutrido grupo de cofrades y fieles acompañó a la Virgen de la Hiniesta, a partir de la Alfalfa se masificó la presencia de público. En un suspiro bajó la Cuesta del Rosario y llegando al Ayuntamiento cayó la noche de estos días ya tan largos, tan de mayo. Eran las nueve y cuarto y multitud de representaciones se apuntaron al cortejo para acompañar a la Virgen hasta la Catedral. Al final, con quince minutos de adelanto, en la Avenida disminuyó la celeridad del traslado y rayando las diez y media de la noche repicaron las campanas de la Catedral.

“Soy de Sevilla, Patrona y Bienhechora”. Es más: aunque los orígenes legendarios que envuelven a la Virgen de la Hiniesta son confusos, las primeras referencias a esta imagen datan de un tiempo cercano al origen del cristianismo. En 1380 se inicia el culto en sí, pero ayer anduvo por Sevilla una de las devociones marianas con más historia de toda la cristiandad. Ahí es nada.