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Un te quiero al alba

La alfombra del relente envuelve las aceras y los huesos,

Solo miradas al vacío y a la nada.

La noche fue más noche y aquel miedo fue más miedo.

Te atrapa, te rompe,  te deja deshecho.

 

Como una bendición, sin permiso, irrumpen las luces.

El cielo vierte su violeta por las cales, por las esquinas,

Por su perfil de mañana clara.

Por Cuna y Salvador, hay una flor encendida.

 

Solo sobrevive la llama de un cirial rezagado.

Pronto será ceniza, olvido y silencio.

La cera ha quemado sus ser en sus mejillas

Y ya la Esperanza anuncia el día a todas voces.

 

Su palio es desorden, es cansancio, es un delirio.

Las jarras blancas, pobladas de color y de alegría,

Son ya vidrieras de flores sin destino.

Verdaderamente aquel tiempo se moría.

 

 

La candelería se rinde al sol en su función.

Es un órgano de luces ya olvidadas.

Los primeros rayos, trigales de mi Andalucía,

Atraviesan las paredes y su malla.

 

 

¡Arrollando la vida y los recuerdos!

Cantan los parajillos su amanecida,

Revoloteando en sus adentros.

Y solo en ti el amor de cada día.

 

A mi espalda alguien la busca,

En silencio y en su casa.

Y es que ambas se sintieron,

La pasada madrugada.

 

Un murmullo de ángeles,

En esta orilla del cielo.

Hoy mi aquella que te quiere,

Te llora en este momento.

 

Y hoy te lloro yo, al mirarte frente a frente,

A mi altura, y en mi suelo.

¿Quién me dijo aquel día

Que no era humano tu entrecejo?

 

Y sin haber venido, como siempre,

Y tras haberte ido, como nunca,

No hay milagro en este mundo,

Que comparársele pueda,

Como suspirarle cara a cara,

un te quiero a la Macarena.

 

(Fotografía José Campaña)