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La marcha estival

– ¿Madre, por qué lloras? Si sigo a tu lado.

 

-¡Ay! Hijo. Es que ya no se acuerdan de nosotros, como todos los años, en estas fechas.

 

-Madre, no pienses eso. Sabes que en septiembre volverán y vendrán a vernos.

 

-¡Ay! Hijo, ya lo se, pero  es que no verlos en estos meses me duele mucho. No se donde se meten y no se lo que hacen y como madre lo paso mal.

 

-Ya lo se madre, pero me tienes a mi, para consolarte y darte ánimos, hasta que vuelvan.

 

-Es que me preocupa, que vengan todos los días del año, a vernos, a pedirnos ayuda, a que sanemos a sus familiares enfermos, a que los que están con nosotros en el reino de tu Padre, los cuidemos y ahora, llegadas estas fechas, no se acuerden de nosotros y me preocupa que algunos no vuelvan y los veamos en el cielo.

 

-Madre, nosotros, intentamos llevarlos por el buen camino, hacemos todo lo posible para que sean prudentes y que vuelvan, no ya con nosotros, sino con sus familiares. Pero ellos son los últimos que tienen la potestad de eligir su destino. Es muy doloroso ver la partida de una persona, para los que se quedan en este páramo bello, pero lleno de peligros y ellos son fácilmente manejables, para que caigan en ellos. Nuestro deber es conducirlos por el camino de la salvación, aunque en este tiempo se olviden de nosotros.

 

-Ya lo se hijo, pero entiéndeme. Te perdí a ti, aunque te gané en el cielo. Perdí a millones de ellos que se van y como madre, el que se me valla, aunque solo sea uno más, me causa muchísimo dolor.

 

– ¡Mira madre! ¡Ahí llega Manuel! Viene como todos los días. Él ya no está para irse a la playa o de vacaciones. Está muy mayor, pero sigue viniendo como todos los días y sigue pidiendo lo mismo de siempre, que a sus hijos los cuidemos, que está muy preocupado por ellos y que sabe que los escuchamos.

Pregunta como siempre por su María, que si la cuidamos en el Reino. Porque él sabe que está allí arriba con nosotros y con sus familiares. Está lleno de bondad y solo pide por sus hijos y nietos. Para él no pide nada, sabe que ya mismo estará disfrutando con María, paseando por los caminos del Reino.

 

-Si que es bueno, Manuel. Me es grato verlo como todos los días. Antiguamente, cuando marchaba de vacaciones, se pasaba antes por aquí, para decirnos que se iba con su familia, que estaría un tiempo sin vernos, pero que volvería, que nos echaba de menos. Cuando regresaba, lo primero que hacia era venir a darnos las buenas tardes, porque siempre volvía de tarde, ahora ya de mayor, los calores matutino no los aguanta y prefiere venir a primera hora, que hace menos calor y así poder estar con nosotros un tiempo antes de volverse a su casa.

La verdad, que la capilla nuestra, nos reserva muy bien de las altas temperaturas de esta bendita ciudad, que aunque en invierno no son muy extremas, en verano se convierte en un horno. ¡Cuánta gente buena viene a vernos todo el año!  Pero en estas fechas no aparecen tanto como me gustaría.

 

– Madre, tranquila, ya volverán y nos traerán la alegría de sus nietos e hijos y volverán a pedirnos nuestra ayuda para ir por los senderos del bien.

 

– Hijo estoy nerviosa, solo eso.

 

-”Padre, Madre, cuidad de mis hijos, cuidad de mis nietos, que vuelvan a su casa después de las vacaciones y que los pueda abrazar un tiempo más. Se que me queda poco y que ya mismo estaré al lado de mi María. La echo tanto de menos, que no la puedo olvidar. Por favor cuidad de ellos y de mi María en el cielo, hasta que me reúna con ella, que ya la cuidare yo, cuando llegue

 

–  ¡Padre de las Ánimas, Madre de Dios en tus Tristezas! Rogad por nosotros y cuidad a tantas personas que salen de viaje en este periodo estival, para que vuelvan y puedan recordar sus vivencias.

 

(Fotografía Carlos Rojas)