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Cuando el sueño se acaba

Se cerraron las puertas de San Lorenzo, se acabó la semana grande de Sevilla. Jesús ha resucitado y con su resurrección la espera vuelve a comenzar. La capital andaluza despierta del sueño en el que ha vivido durante estos últimos días. Una semana que ha terminado con un espléndido Sábado Santo en el que el tiempo volvió a estabilizarse. Tras una jornada de Viernes Santo un tanto irregular, las nubes dejaban Sevilla para que el Sol recorriese sus calles.

Precisamente la hermandad del Plantinar fue la primera en ponerse en la calle. El día acompañaba y, a pesar del pequeño percance con el palio, la cofradía avanzaba a buen ritmo y con normalidad. En el centro, Los Servitas ponía el toque clásico a la tarde. Redoble fúnebre y paso ligero. El sueño se iba acabando. La Trinidad recorría ya las calles del Casco Antiguo con sus tres pasos, destacando el último de ellos. A su entrada en campana una lluvia de pétalos recibió a la Virgen de la Esperanza. Tras el paso de la hermandad trinitaria, el Santo Entierro le daba sentido al día, procesionando con el Cristo Yacente y el imponente paso del Duelo precedidos ambos por el paso alegórico de la Canina. Tras el Santo Entierro llegó a la Carrera Oficial la Soledad de San Lorenzo, la encargada de cerrar un año más la Semana Santa.

Desde San Lorenzo llegaba un cortejo cargado de niños, una cofradía con la que cada uno de nosotros siente la nostalgia del año que se va y se llena de ilusión pensando en el que viene. Se echaba la noche. El Sol se alejaba del centro y se acercaba a su barrio mientras que Los Servitas cerraban la parte más solemne del sábado. En San Lorenzo todo preparado. Luces apagadas y el cortejo con los cirios encendidos precedían a la última estampa de la Semana Santa. Transcurría la cofradía mientras que La Trinidad enfilaba los últimos metros tras una intensa vuelta por el barrio. Se agotaba el tiempo, los minutos se vivían con más intensidad, se acercaba el final. Desde el Sol de la tarde hasta la Soledad de la noche, pasando por el ocaso de la tarde, todo se iba acabando, un año más.

Con la Soledad sobre la lona roja, íbamos tomando conciencia de la semana que había pasado. Se cerraron las puertas de San Lorenzo. La espera ha comenzado de nuevo. La cera desaparecerá, las calles dejarán de estar engalanadas. Las noches servirán para mudar los pasos a sus respectivos almacenes. La vida volverá a la normalidad y solo quedará el recuerdo. Todo en nuestra memoria, alentando las ganas para que volvamos a despertar un Domingo de Ramos. Momentos, chicotás, revirás, estaciones de penitencia, peticiones. Oración, recogimiento y jolgorio a partes iguales. Todo en nuestras retinas, todo en nuestras cabezas. Soñar con lo vivido durante un año, sin llegar nunca preparados para el momento, siempre con ganas de más. Hemos empezado un nuevo año, una nueva preparación con Jesús, que hoy ha resucitado. La vida sigue, el sueño nunca acaba.