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“Protegidos bajo tu manto” 1ª Parte

El manto de la Santísima Virgen María es una entrañable imagen que tiene para nosotros un hondo significado: la protección de la Virgen, su auxilio y amparo, en nuestro caminar como discípulos de Jesucristo.

Las Vírgenes sevillanas pueden presumir de poseer los mejores mantos que actualmente procesionan en la Semana Santa de toda la geografía nacional.

Como siempre, mostraremos una pequeña pincelada de algunos mantos que llaman mucho la atención del público.

El Camaronero, también conocido como el de “malla” fue realizado por el “genio” bordador y diseñador Juan Manuel Rodríguez Ojeda en el año 1900 para la imagen de María Santísima de la Esperanza Macarena.

El nombre del manto se debe a su aspecto de red de pescar, que utilizan los pescadores para capturar el camarón, marcó en su momento toda una revolución en el bordado y está considerado como la obra cumbre de Rodríguez Ojeda.

La Macarena utiliza este manto de forma aleatoria junto con el resto de los que posee, en su estación de penitencia anual además de los besamanos, siendo destacable su utilización en la Madrugada del año 2000, cuando se cumplían los 100 años de su realización.

El camaronero es el manto procesional más antiguo que posee la Virgen y se trata de una pieza de estilo neorrenacentista realizada en terciopelo verde, bordado en oro fino sobre malla de oro. Presenta además varios angelotes bordados en relieve portando la leyenda «Esperanza Nuestra», junto con otros motivos florales realizados en sedas de colores.

El manto supuso toda una revolución por la originalidad de su diseño, y Ojeda inició una nueva etapa estética para la hermandad, creando un estilo propio, diferente e innovador de vestir a las dolorosas que fue muy imitado posteriormente por el resto de hermandades, fruto del cual es la actual visión estética de la Semana Santa en Sevilla.

Bordado en el taller de Mariano Martín Santonja en 2010 para la Coronación Canónica de la Virgen de Regla de la hermandad de los Panaderos. Se trata de una pieza bordada según diseño de José M. Fernández Rodríguez que, inspirado en los dibujos de Gómez Millán.

Bordado en hilo de oro y plata a realce con sedas naturales sobre terciopelo rojo de la misma tonalidad del palio.

De estilo renacentista, al igual que el palio de la Virgen de Regla, repitiendo motivos vegetales del mismo. La mayoría de los elementos utilizados en el diseño son reflejo de los ya existentes en los bordados del palio actual. Destacando en el centro del que sale un «gran candilieri» típico del estilo renacentista, al igual que las jarras de oro con azucenas de plata inspiradas en las que posee el palio en orfebrería que se sitúan en la zona de entrevarales.

El manto de salida conocido popularmente como el de los dragones es una las piezas de mayor valor del patrimonio de la hermandad de la Esperanza de Triana, elaborado en el taller de Caro en 1947 bajo el diseño de José Recio.

Está bordado sobre terciopelo verde y oro a realce con sedas naturales, destacando el escudo corporativo en el centro del manto, en torno al cual se desarrollan grandes tallos vegetales muy movidos cargados de hojarasca, flores, pájaros, macetillas y cestos de frutas. En la parte inferior aparecen los dragones alados, motivo típico de la cerámica trianera.

En 1967 fue pasado a nuevo terciopelo en el taller de Sobrinos de Caro. Y en el año 2000 fue restaurado por Fernández y Enrique.

Como nota anecdótica, la Santísima Virgen de la Esperanza de Triana lucirá este manto la próxima Madrugá, debido a que el otro manto que posee será cedido a la Virgen de la Caridad en su Soledad de la hermandad del Baratillo debido a que el suyo se encuentra en proceso de restauración.

Probablemente el manto de María Santísima de la Amargura es una de los mejores que procesionan en la Semana Santa de Sevilla, es de terciopelo carmesí, bordado en hilo de oro y sedas naturales por Juan Manuel Rodríguez Ojeda en el año1927.

Este manto fue pasado a nuevo terciopelo en 1968 en los talleres de Carrasquilla, este manto procesional de María Santísima de la Amargura se volvió a restaurar y pasar a nuevo terciopelo en el taller de don José Ramón Paleteiro Bellerín en el año 2004 para el Cincuenta Aniversario de la Coronación Canónica de la Virgen de la Amargura.

El manto que luce la Virgen de la Estrella cada Domingo de Ramos perteneció a la Virgen del Mayor Dolor y Traspaso de la Hermandad del Gran Poder, con el que estuvo procesionando hasta 1903, es en ese año cuando pasó a ser propiedad de la hermandad de la Estrella.

El manto es de terciopelo azul noche y bordado en hilo de oro por Consolación Sánchez en 1873, aunque durante algún tiempo estuvo atribuido a las Hermanas Antúnez. Fue pasado a nuevo terciopelo y restaurado en 1930 por Juan Manuel Rodríguez Ojeda. En 1991 nuevamente pasado y restaurado por los talleres de Fernández y Enríquez en Brenes.

El famoso manto de la Virgen de Monserrat completa el maravilloso conjunto de su paso de palio. Diseñado y realizado en 1865 por el famoso taller de bordados de Patrocinio López. Este magnífico manto fue estrenado en la Semana Santa de 1866.

Profusamente bordado en hilo de oro sobre terciopelo azul francés. Reproducen el gran collar de la Orden de Carlos III, y sobre este una guardilla de grandes hojas vegetales y la reproducción del Toisón de oro. El centro del manto está salpicado de castillos y leones, flores de lis y cruces de Calatrava, símbolos respectivamente de la Casa Real Española, de los Duques de Montpensier y de la Orden de Calatrava a la que estuvo muy vinculada esta Hermandad.

Fue pasado a nuevo terciopelo en 1900, a raíz del incendio sufrido por el paso de palio, y en el año 1969 por el taller de sobrinos de José Caro. En 1994 fue restaurado y pasado a nuevo terciopelo azul de Lyon, por el taller de Piedad Muñoz de Albaida del Aljarafe.

-Nos cobijamos bajo el manto de María para ser protegidos y amparados en el combate contra las fuerzas del maligno, porque como dice el apóstol San Pablo: Nuestra lucha no es contra «la carne y la sangre», sino contra los espíritus que están en el aire, los dominadores del mundo de tinieblas (Ef. 6, 12).