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Una plaza sola

La ciudad es un corazón mismo, compuesto por regiones –rincones- que laten desmedidos y sin compás aparente. Esa irregularidad mantiene vivos los contrastes y contradicciones de Sevilla.

En la Plaza de Molviedro, a la vera de una orilla ya lejana, cuyas mareas intratables buscaban conocerla por dentro, el olvido y la miseria anidaban por sus esquinas.  No tuvo una vida fácil, a merced siempre de los oficios más indignos y cuna de los trapicheos y la picaresca. Tan solo la luz cristiana de aquella primitiva corporación que realizaba su romería al Cortijo de Quintillo a principios del siglo XX mantenía con esperanzas la miserable vida de la Pajería.

A principios de los 80, presos de la vida difícil y casi nómada, arribaban en la pequeña capilla dieciochesca de la Plaza Jesús Despojado de sus Vestiduras y María Santísima de los Dolores y Misericordia. Y en aquel preciso instante, y hasta entonces, aquel espacio desolado cobró vida para siempre.

Después de casi  35 años, a excepción del breve exilio el San Gil, todo se ha asentado y la Hermandad ha gozado de un próspero desarrollo. Pero sobre todo, ha adquirido un concepto fundamental para el crecimiento: identidad definida, harto complicada de conseguir en un escaso periodo de tiempo.

En este mes de las flores que ya avanza con paso firme, nos vemos obligados a abandonar nuestra Capilla, nuestra Plaza y nuestro rincón. El retablo barroco del XVIII que preside el interior de la iglesia necesita urgentemente una restauración, y para ello el traslado a la Parroquia del Sagrario es inevitable. 100 cirios alumbrarán el camino el próximo 27 de mayo, divididos en medio centenar para cada imagen. Por unos largos y calurosos meses, el latir de Molviedro sufrirá insuficiencias, y el recuerdo de aquellos años aciagos sobrevolará la cruz de forja de la plaza. Echaremos de menos el rellano y la sombra desigual de su arbolada.

Para septiembre, si Ellos quieren, todo volverá a ser como siempre. Porque ni un millar de metros separan el torso desnudo de Dios de su plaza. La Plaza de Molviedro.

 

(Fotografía José Campaña)

  Manuel Lamprea Ramirez
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