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¿Una Semana Santa en septiembre?

Qué gusta en esta tierra coger el rábano por las hojas. Ante la posibilidad que plantea el Vaticano de celebrar manifestaciones de religiosidad popular cuando esto acabe, está en la más antigua e ininterrumpida tradición de la Iglesia. Como contrapunto al periodo de calamidad y angustia vivido, la comunidad eclesial estalla de alegría dando gracias a Dios con manifestaciones religiosas festivas.

Qué poca historia de la Iglesia saben todos esos meapilas e hipócritas que se rasgan las vestiduras por ello. Como Judas, lo ven un despilfarro. No sólo de pan vive el hombre… Son una reafirmación del carácter comunitario de la fe y en la esperanza en la providencia divina, que invitan al compartir con los otros.

Muchos hablan para quedar de puros, y yo me pregunto ¿hacen algo por la comunidad? ¿Son colaboradores de cáritas? ¿De Manos Unidas? etc. Eso es lo que tenemos que hacer, celebrarlo cuando pase para coger aire nuevo y seguir en el tajo.

En segundo lugar, evidentemente, la mentalidad del legislador, con el ejemplo propuesto, es que normalmente haya sólo dos procesiones o tres de Semana Santa en cada localidad.

Aquí evidentemente, en casi toda Andalucía, habrá que buscar otra solución más creativa. Ejemplo de ello son las procesiones magnas marianas organizadas por el Cardenal Segura: tres de gloria, tres de penitencia y la Virgen de los Reyes.

Igual se podría hacer con los Cristos, eligiendo un número de imágenes carismáticas en la ciudad, o una magna a modo de viacrucis recreando la Pasión, con la que se ha identificado el pueblo sufriente. Y como coronación de todo una procesión eucarística por todo lo alto.

Todo ello acompañado de cultos solemnes de los que nos ha privado la epidemia y la cobardía de nuestro clero, que no el Real Decreto. Después veremos fantasmas que nosotros mismos hemos creado.

En fin, pero como hablar no cuesta dinero, pues a decir tonterías, unos con una pureza de fe hipócrita y otros montando castillos en el aire. A propósito, en Alhaurín el Grande hay todos los años nazarenos el 3 de mayo y el domingo siguiente al Corpus. Nihil novum sub sole.