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Un Pregón

Un pregón es un acto propio de cada Cuaresma, con su fecha y su lugar. Con su protocolo más o menos cuidado, una banda de música y un atril. Y con un pregonero generalmente, porque aún es un acontecimiento de difícil invitación para las mujeres. Un espacio de tiempo en el que una persona detenta el derecho a expresar su concepción particular de la semana santa Un texto que, según la nación pregonada, sigue una estructura conocida, donde las partes vienen jalonadas por los días de salida y donde no dejan de aparecer el niño (los recuerdos), la familia (la matriz) y la devoción (el catalizador). Pero, por lo general, un pregón es algo más ancho —como puede ser el pregonero–, más largo –como te puede resultar– y más hondo –como es en verdad–. Y todo con la inconsciencia del propio pregonero y del público en general. Y sin pretender que abandone este estado óptimo, sepan ahora qué es para mí un pregón.

Un pregón es un grito costumbrista, un rito más cerca de lo profano que de lo sacro, opuesto a la intimidad silente de la oración; a la vera de la expresión genuina de una religiosidad popular que ve a Dios en lo cotidiano. Un sentimiento más que una convicción, una sangre que hierve más bien que una llama inapagable. Una llana forma de entender la Semana Santa, que poco sabe —ni quiere— de las inextricables retóricas de la teología. Acaso es un pellizco.

Un pregón es una intención, la búsqueda de una conexión que logre elevar vello. Es el uso de fórmulas iteradas, apenas matizadas por las inclinaciones del pregonero y por su voz, vehículo poderoso cuando se pretende emocionar. Es llevar hasta los labios lo que habita en el pecho y bajo la piel.

Un pregón es una descripción ramplona de una tradición capaz de resistir en esencia a los poderes de cada tiempo atravesado. Una basta e involuntaria analítica de una celebración poliédrica y en interminable conflicto consigo misma. Un extenso poema ripioso sobre nuestra identidad. Una voz dirigiéndose a los oídos de una populosa masa cercana al punto de ebullición. Un pregón es una presentación de una de las raíces más hondas del andaluz. Un espejo de la Semana Santa —la vida— del pregonero.

Un pregón es un canto poético y popular de lo que somos, es la voz inefable que anuncia nuestra Semana Santa. Un empellón definitivo hacia donde se encuentra —hallamos, nos encontramos con— la Semana Santa.