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Crónica del año 2022: el Ave Fénix de la Semana Santa

En la mitología griega, el Fénix era un pájaro sagrado capaz de renacer de sus propias cenizas y volver a surgir hasta recobrar su esplendor. De esta forma, podríamos decir que la Cuaresma, la Semana Santa y todo el calendario cofrade del año ha recuperado su esplendor tras el paréntesis del bienio gris de la pandemia. Recuperamos cielos, nazarenos y momentos. Un año de volver a tomar el pulso.  Aunque no todo ha sido relumbrante. Como la vida misma, y la Semana Santa de hecho es vida, el año 2022 ha dejado sus luces y sombras. Esta es la crónica del año del resurgimiento.

Una Cuaresma que abrió el camino 

A pesar de que cerramos 2021 en plena sexta ola causada por la variante Ómicron, que llevó a la hermandad del Valle a suspender la salida del Niño Jesús el dos de enero, nada hacía presagiar que, después del regreso de las procesiones en septiembre de ese año, pudiera plantearse un retroceso en lo que se refiere a la celebración del culto público. Aquella ola se fue dejando atrás mientras las primeras convocatorias de cultos internos se superponían a las entradas de los templos.  

El dos de marzo fue Miércoles de Ceniza. Para aquel entonces, regresaban a las calles los ensayos de costaleros y los Vía Crucis, con gran aceptación por parte de un público que llenaba estos actos que aún se celebraban con mascarillas. El lunes siete, el primero de este mes, la imagen del Señor del Soberano en su Prendimiento preside el Vía Crucis del Consejo General de Hermandades. La Cuaresma sigue su ritmo con esos traslados públicos que la pandemia nos privó como el triunfal regreso de los titulares de la Estrella a su capilla tras celebrar Quinario y Función en la parroquia de San Jacinto.  

Las papeletas de sitio se multiplicaban en muchas hermandades con respecto a 2019. El Cabildo de toma de horas concretó una pequeña modificación del Martes Santo, regresando el Cerro al primer puesto y volviendo a su barrio por San Bernardo. El domingo de Pasión, Julio Cuesta pudo cumplir dos años y medio después el encargo de pregonar la Semana Santa de Sevilla, que resurgía de sus propias cenizas.  

La nueva (y vieja) normalidad de la Semana Santa 

La Semana Santa comenzó en las Vísperas. Tanto el Viernes de Dolores como el Sábado de Pasión fueron jornadas radiantes que trajeron a las calles de la ciudad los primeros nazarenos.

El Domingo de Ramos existía una emoción desbordante por sentir, por ver, por escuchar el crujido de la puerta de la parroquia de San Sebastián abrirse, la palmera de la Borriquita cimbrearse, el primer soplo de Amarguras a la caída de la tarde.  


La Semana Santa nos volvió a reencontrar con esas ilusiones que nos llevan a nuestra infancia. Se repitieron las estampas de siempre y que siempre esperamos repetir. La majestuosidad del Señor de Pasión bajando la rampa. San Bernardo fundiendo en oro el puente de los bomberos. Las Esperanzas repartiendo su protección por Sevilla. La Exaltación recuperando, por fin, Santa Catalina. El Cachorro reencontrándose con Triana en el Altozano. La luna proyectándose en el palio de la O por el Arenal. Y el Señor saliendo a las calles por vez primera tras su Misión evangelizadora en los Tres Barrios.  

Pero, a final de cuentas, como se señalaba anteriormente, en toda vida hay momentos malos y buenos. Que la Semana Santa regresara no significaba que fuera a hacerlo en su grado máximo de perfección. También llegó con todos los condimentos que intentan distorsionarla: la lluvia y los retrasos. 

La primera dejó a las ocho cofradías del Martes Santo encerradas, sin asomar un capirote, quizás porque, a pesar de los años sin salir, habrían extraído conclusiones de la jornada anterior. Las hermandades que iniciaban el Lunes Santo salieron a la calle sin que una gota hubiera caído al suelo pero con un pronóstico inestable.

La primera llovizna sorprendió al misterio de la Redención, hermandad que salió del templo de los Gitanos por las obras que continúan en Santiago, en la plaza del Duque. Empezó la sorpresa y empezó la polémica: en aquel momento las lloviznas fueron solo eso, lloviznas, pero cada vez aparecían más persistentes y prolongadas. Las hermandades continuaron avanzando hacia la Catedral donde se resguardaban a la espera de partes más alentadores. Pero eran muchos los que pensaban al ver el Cautivo del Tiro de Línea con un capote por el Arenal que la hermandad buscaría la Catedral directamente o que San Gonzalo, que caminaba por Reyes Católicos bajo un punzante goteo se refugiaría en la Magdalena. Pero las cofradías continuaron andando bajo la lluvia. 

Pasó una primera borrasca que sirvió de aliento a Redención para salir de regreso, a las Aguas para anunciar que realizarían Estación de Penitencia y a Vera Cruz para decidir lo mismo con el Lignum Crucis. Poco después, un chaparrón brutal provocó que la primera se refugiara en el Salvador, la segunda en la Magdalena y la tercera regresara sobre sus pasos.

Las restantes hermandades suspendieron sus salidas. A la noche, con el cielo dando una tregua, Santa Genoveva, San Gonzalo y las Aguas regresaron a sus templos. San Pablo lo haría el Sábado Santo por la mañana y Redención llevó a sus titulares en andas desde el Salvador a San Ildefonso, sede provisional para culto interno de la hermandad, en la semana de Pascua.  

La otra cara de la vieja normalidad la trajeron los retrasos. Los hubo de importancia el Jueves y la Madrugada, de gravedad el Domingo y de necesaria cirugía el Miércoles, donde las últimas de la jornada sufrieron un gran parón, a pesar del tremendo rodeo que dieron los Panaderos por Amor de Dios y la zona de la Gavidia para acceder a Carrera Oficial. Se produjo el colapso de una jornada con las Siete Palabras como gran damnificada, al quedar estancada en un novedoso regreso por Fray Ceferino y la Avenida, donde debió esperar el tránsito de toda la cofradía de la calle Orfila.  


La Semana Santa también trajo imágenes, y sonidos, para la memoria, como la Virgen del Valle sin palio, al encontrarse este restaurándose en el IAPH y la recuperación de banda de música tras la Quinta Angustia.  

Adiós, Amigo 

Todos los años, la Sevilla cofrade dice adiós a personalidades ilustres que han aportado lo mejor de sí para engrandecimiento de la ciudad y de la mayor de sus fiestas. Ocurrió que poco después de la Semana Santa, a escasos días del inicio oficial de la Feria de Abril, Sevilla despidió a uno de los pastores más notables que han ocupado la sede en el último siglo. Fray Carlos Amigo Vallejo, Cardenal Emérito de Sevilla falleció el 27 de abril, después de que su delicado estado de salud se agravara durante la última Cuaresma como consecuencia de una caída en la catedral de la Almudena de Madrid.  

Numerosos sevillanos visitaron en el Palacio Arzobispal la capilla ardiente de un Cardenal muy querido por las cofradías, que supo darles el reconocimiento que, como vehículos de fe, tienen las hermandades sevillanas dentro de la Iglesia hispalense. El pastor que coronó a numerosas Vírgenes dolorosas y letíficas en la capital y la provincia y que desde hace ya nueve meses descansa en la Catedral de Sevilla, muy cerca de la Virgen de los Reyes, una de sus grandes devociones.  

Este año también hemos tenido que decir adiós a cofrades muy queridos como Pascual González, eterno juglar de Sevilla que no necesitó tocar el atril del Maestranza para pregonar con sus sentimientos la Semana Santa, el compositor y ex hermano mayor de San Gonzalo, Bienvenido Puelles, autor de célebres marchas entre las que destaca Réquiem, el saetero Manuel Loreto y el capataz Juanma Martín.  

Alabanzas y glorias 

Pasada la Feria, se abrió el tiempo de las Glorias, pudiendo recuperarse las procesiones de toda la primera parte de este ciclo, tras dos años de espera. La Salud de San Isidoro, San José Obrero…volvieron a recorrer las calles de la ciudad. En mayo la Virgen del Carmen de Calatrava presidió en la Catedral el pregón de Manuel Vizcaya.  

Regresaron por las arenas las carretas rocieras de las seis hermandades filiales que salen de la capital. Allí en la aldea les esperaría la Blanca Paloma tras regresar unos días antes de Almonte en la que ha sido una de las estancias más largas de la Virgen en su pueblo. 

Regresaron igualmente las procesiones sacramentales. Un Corpus brillante como las espigas del Santísimo regaló en la víspera una imagen para el archivo: un primaveral chaparrón sorprendió a la Hiniesta Gloriosa en su traslado hacia el Ayuntamiento, debiendo de refugiarse en los Terceros, donde aguardaba el misterio de la Cena al completo, que salía en la mañana siguiente a presidir su altar en el Palacio Arzobispal.  

La mañana del 15 de agosto retumbaron las campanas de la Giralda cuando la sonrisa de la Virgen de los Reyes asomaba bajo el dintel de la puerta de los Palos. Numeroso público volvió a peregrinar en busca del consuelo de la Patrona de la ciudad. 

Las Glorias continuaron celebrando su tiempo hasta diciembre. Hace unos días la Virgen del Rocío del Salvador volvía a llenar las calles del centro de coros, villancicos y devotos venidos de diversos lugares para admirar una procesión que este año, con motivo del centenario de la talla cumplido en 2021, llegó hasta el Ayuntamiento. 

Con vistas al futuro 

Si algo ha caracterizado a 2022 es que es un año donde se ha mirado mucho al próximo año e incluso al siguiente. Para 2024 está anunciada la celebración del II Congreso Internacional de hermandades y religiosidad popular, del que se espera que traiga algún acto extraordinario, como la posible coronación de la Piedad del Baratillo, filtrada por un sector de la prensa sevillana pero no confirmada, o la de la Virgen del Rocío, cuyos trámites, anunció el Arzobispo, marchan a buen ritmo.  

Pero de cara al futuro más inmediato, hay dos factores que han hecho de 2022 un año en el que se hable mucho de la Semana Santa de 2023, primero por la convocatoria del Santo Entierro Grande y segundo, por la remodelación de gran parte de la nómina.  

Apenas había pasado un mes de la Semana Santa cuando el rumor de la celebración de un Santo Entierro Grande en 2023, con motivo del 775 aniversario de la toma de Sevilla por parte de San Fernando, comenzó a extenderse por todos los sectores cofrades. Tanto la hermandad organizadora como las autoridades competentes intentaron darle forma al acto con la mayor discreción. Sin embargo, todo era filtrado a la opinión pública incluso antes de que lo conocieran las hermandades afectadas.  

Para muestra, un dato: no fue hasta el 12 de septiembre cuando los hermanos del Santo Entierro aprobaron en cabildo general la celebración del magno acontecimiento pero durante todo el verano se había especulado con los pasos que integrarían el cortejo y hasta con las bandas que podrían acompañarlo. Esta lista, tras numerosas especulaciones y algún que otro desatino informativo que dejó a algunas cofradías esperando una invitación que finalmente no llegó, se hizo oficial a principios de octubre.

En noviembre se propuso a estas hermandades participantes que transitaran por un recorrido común previo a la Carrera Oficial para que así el cortejo pudiera ser admirado por el público no abonado, con la insistencia del Arzobispo que recalcaba la función evangelizadora del evento. Se eligió como punto para iniciar este recorrido la Alameda de Hércules, pero la propuesta fue tumbada rápidamente por hermandades que, en contra de lo que se podía pensar, no eran las más perjudicadas por la misma.  

La remodelación de la Semana Santa también ha ocupado el trimestre final de 2022. Amparado por una victoria absoluta frente a la candidatura de José Félix Romero en las elecciones de junio, la junta superior del Consejo de Hermandades, dirigida por Francisco Vélez ha hecho frente a la esperada reforma de la nómina de la Semana Santa. 

No ahondaremos en analizar todas las reformas publicadas en las noticias de esta misma casa, pero nos detendremos en todo lo que ha suscitado. En el Domingo de Ramos, la Hiniesta, que puede convertirse ahora en la cofradía que inaugure simbólicamente la Semana Santa, mostró su descontento por su permuta con la Paz. Los Gitanos también se han pronunciado en contra de la solución conservadora aplicada a la Madrugá, clamando por el adelanto de la jornada y por recuperar su puesto histórico.  

En la Madrugá y el Jueves Santo fue el propio Consejo quien tuvo que decidir una opción viable ante la falta de entendimiento de las cofradías de ambas jornadas. La gran polémica la trajo el Miércoles Santo. Primero, las Siete Palabras emitió un duro comunicado, apelando incluso a la justicia humana, en contra de un plan que los situaba la última de la jornada. Después, cuando se aprobó finalmente el nuevo orden, el Cristo de Burgos pidió al Cecop que interviniera para rechazar el plan, algo que descartó el delegado de Fiestas, y otro duro comunicado llegó desde el Buen Fin, tachando de insolidarias al resto de las hermandades de la jornada.  

El ciclo extraordinario 

El 24 de septiembre la Virgen de los Dolores del Cerro del Águila procesionaba por las calles de su barrio para conmemorar el primer centenario del mismo. Una semana después, la Virgen de las Mercedes de Santa Genoveva salía hacia la Catedral para presidir allí un pontifical por el cincuenta aniversario de la imposición de la Corona que después obtuvo el rango de canónica, regresando a su barrio al día siguiente.  

Por el mismo motivo recorría las calles de su feligresía el 12 de octubre la Virgen de Gracia y Esperanza de San Roque. Tres días después lo hacía la Virgen de las Aguas del Museo, con motivo de las Misiones llevadas a cabo por la hermandad por el 250 aniversario de la hechura de la dolorosa. De esta procesión queda en el recuerdo la imagen mariana con el juego de manos entrelazadas. Completó el calendario extraordinario el Señor de la Resurrección el 22 de octubre con motivo del cincuentenario de sus primeras reglas.  

Todas estas salidas fueron esplendorosas y contaron con gran número de público, pero también conllevaron una enorme responsabilidad para las autoridades ya que, o coincidían con las procesiones de Glorias propias de esa época, o con otros eventos como maratones o conciertos que requerían de una destacada presencia policial y de un refuerzo de los planes de seguridad. Además, en la recta final de este ciclo existía cierta apatía ante la concentración de todas estas procesiones en menos de un mes, como si fuera costumbre que cada fin de semana hubiera una salida extraordinaria. Las autoridades competentes deberían de estudiar soluciones para espaciar estos actos a lo largo del año evitando que se concentren en las mismas fechas.  

La Esperanza rejuvenecida 

Con respecto al patrimonio, este año pudimos conocer determinados proyectos para el futuro, como el boceto del misterio que para el Buen Fin está realizando Darío Fernández Parra, el diseño del nuevo paso que estrenará en 2024 el Cristo de la Buena Muerte de los Estudiantes o el de Fernando Aguado para la Cena, elegido tras un interesante concurso con grandes e innovadores proyectos.  

Pero también pudimos admirar en la calle obras finalizadas cuyo estreno aplazó la pandemia, como el palio de la Virgen de la Aurora, del taller de Paleteiro, el manto que para la Soledad de San Buenaventura realizara el de Grande de León o el reformado paso del Cachorro con las nuevas imágenes de José María Leal en su canasto.  

Pero en este año en que han sido sometidos a intervenciones de limpieza y/o restauración el Señor de la Redención y el de la Sagrada Oración en el Huerto, destaca la restauración impecable realizada por Pedro Manzano a la Esperanza de Triana.  

La imagen mariana se retiró del culto el pasado mes de junio, presidiendo el Cristo de las Tres Caídas la capilla de los Marineros hasta su regreso a finales de octubre. Todos los devotos pudieron admirar de cerca la intervención en una veneración extraordinaria de la dolorosa, que lucía esplendorosamente rejuvenecida. La restauración arrojó también algunas hipótesis sobre el origen de la talla, que podría situarse en el siglo XVIII. 

El año en que sí salió Santa Marta 

El año 2022 nos trajo de vuelta muchos sueños y deseos. Todos fuimos Ave Fénix en la Semana Santa y durante el resto del año, recuperando los ritos que sustentaban nuestro yo cofrade. El año 2022 fue un año de muchos reencuentros y regresos. Y hasta el año en que salió Santa Marta. Con su mejor estandarte: la Caridad de Cristo. La cofradía del Lunes Santo fue la primera en suspender su salida ante la lluvia, pero fue también la primera en salir, durante la Cuaresma, hacia carreteras hostiles y fronteras inseguras cuando la guerra alzó su dedo en Ucrania.

Hasta en dos ocasiones fletó la corporación autobuses con voluntarios y ayuda humanitaria para aquellos que necesitaban comida, mantas y una mirada y un gesto donde pudieran encontrar un instante de consuelo. En las dos ocasiones los autobuses regresaron con mujeres y niños en quienes cualquier atisbo de inocencia en el rostro estaba perdido ante la barbarie contemplada. Familias que poco a poco fueran acogidas por otras españolas que ofrecían su hogar a quienes eran protagonistas de una nueva huida a Egipto.  

Una vez dio el paso, Santa Marta contó con la ayuda de otras corporaciones, colaboró con otras instituciones para facilitar el asentamiento de estas familias. Les buscó un techo, un colegio, un trabajo y, en definitiva, una nueva oportunidad. La hermandad llevó su lema a la práctica. Hace unos meses comenzó en San Andrés el Año Jubilar con motivo del 75 aniversario de la fundación de la hermandad. La imagen de la santa de Betania, ejemplo infinito de acogida, preside el Altar Mayor durante todo el año. En otros casos sería todo un privilegio pero en este, sabe a poco el reconocimiento para quien llevó la Caridad de Dios a los mismísimos confines de la guerra.