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Meditación a la Virgen de la Victoria

Ya se fue a dormir el sol que te acaricia cada tarde para alegrarte el corazón; ya salió en tu busca la luna que ilumina tu alma y sale para reflejar tu inmenso amor por los rincones de la ciudad más hermosa del mundo.

Buenas noches Madre ; aquí estoy contigo para darte hasta mi último suspiro que recogerás en el momento adecuado ;¿recuerdas? La primera vez que te vi era una noche de primavera soñada; fue una conversación de tú a tú ; nunca pude esperar que fuese el principio de algo tan hermoso ; pasaban los años, iba creciendo y tú conmigo, siempre pendiente de mí ; eras y eres un pilar fundamental en mi vida.

Pasó el frío invierno y llegó una nueva cuaresma, de las más especiales para mí ;al fin portaba esta medalla que tantos sentimientos y significados posee para mí ; sentí tu abrazo cercano y cálido al corazón mientras mis lágrimas no podían contenerse ante la dicha que suponía tal acontecimiento.

A cada minuto y segundo del reloj sin agujas que no mide el tiempo, le quitaría todo para que mi tarde de Jueves Santo fuese eterna; a cada instante en el que me encuentro a solas contigo, en esta, mi casa, no le quito ni añado nada más porque ya tengo todo a tu lado.

El tic tac corría a tal velocidad que llegó el verano casi sin avisar; calles solitarias por el calor, resplandeciente sin embargo; alegría y nervios me invadían sin nada que pudiera hacer para controlarlo, pues era un sueño muy despierto el que estaba por llegar: la ciudad de la luna narrada por el poeta como uno de los tesoros más importantes que encierra, la del tiempo sin tiempo,  entregaba su alma a ti.

Entré y mis latidos se aceleraban, mis pasos eran firmes, ansiaba llegar cuánto antes a tus plantas para poder conversar contigo; esas horas que pasamos, mi oración más profunda podría decirse fue sin duda impagable.

María ;Victoria de la Fe fortalecida en el sentir cristiano, amor de madre sin medida, consuelo en mis momentos de bajón, sonrisa en las buenas noticias, Esperanza entre la incertidumbre.

Tantas y tantas cosas que no cesaría en enumerar ; se trata de coger tu mano con fuerza y yo la agarro con firmeza ahora y siempre. Ruega por nosotros para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo y acogamos bajo tu manto el espíritu santo hidador de vida.

Somos la madre y madrastra de un espejo en el que tantas personas se reflejan como un verdadero amor de Dios ; adoro esas tardes otoñales en las que las cosas de él romanticismo melancólico me transportan a otro mundo; cada vez que estoy junto a ti no existe nada más allá del júbilo de mi alma.

Mientras recorres la vida tú nunca sola estás, contigo por el camino todo saldrá bien ; no cabe duda alguna en el corazón ; Madre amable y buena, que  trajiste al mundo al Salvador, el Hijo de Dios verdadero, hecho hombre.

Creía que te conocía pero cada día descubro más tu grandeza y fortaleza ; por más azotes que quebrasen  tu alma, por más lágrimas derramadas sin consuelo alguno, te quedaste ;permaneciste hasta el último momento en que todo se cumplió.

El viento me trae una sensación cruzada; una melodía que echaba en falta junto con el perfume de rosas blancas como tu pureza…, más si mi amor te olvidare…, tú no te olvides de mí, ni de todos tus hijos que te implora y veneran; de las cigarreras bienhechora y protectora de un rebaño que tiñe de morado la ciudad.

Mientras tanto, todo está en su sitio, así como el sentir de los que te rodeamos; parece que fue ayer cuándo tus hijos caminaban junto a ti y después de este destierro temporal al que nos acogimos, volvemos a encontrarnos al fin.

He aquí a tus plantas, una hija más que sólo puede darte las gracias infinitamente, y aquí sólo cabe destacar tu bondad e infinita misericordia llena de espíritu santo que enriquece el espíritu cristiano.

Ora pro nobis pecatoribus; ruega por nosotros, santa madre de Dios y padre nuestro, para que nunca nos apartemos de vuestro lado, que tomemos la cruz de Cristo y le sigamos.

Seamos cirineos de Dios, tendiendo la mano, ayudando al prójimo como a nosotros mismos, amando como dicta el mandamiento de Jesús.

Reflexionemos, hagamos acto de constricción y pensemos qué haría María.

Te coronaron los ángeles con doce estrellas del firmamento de esta bendita ciudad;nunca podré olvidar aquellos días tan intensos contigo, por tantas y tantas cosas que guardo para siempre.

Atentamente te escucho, con gran amor te recibo en mi corazón, mi alma proclama tu grandeza sin mancha alguna de pecado; alégrate, pues no dudes que aquí nos tienes, y sé que es mutuo.

Postrándose ante ti los ángeles y los Santos, venerándote y acercando la gracia de Dios y la divina enseñanza que debemos aplicar.

Muerte, ¿dónde está tu Victoria? Como diría el poeta, la vida es un verdadero aprendizaje para preparar la resurrección de la carne.

Todo no puede quedarse en una semana; todo se concentra en la apertura de nuestro sentido más profundo, en aprovechar la oportunidad gota a gota, en el que el tempus fugit no nos haga soñar tan fuzagmente y así permanezca el sueño despierto y vivo más que nunca.  Apenas asoma el alba en el frío noviembre y sales a nuestro encuentro con la importancia de saber que estás.

La luna de nissam, que cierto tiempo resplandece en el cielo estrellado, acaricia la luz de tu rostro.

Stabat mater dolorosa, al pie de la santa cruz que nunca abandonaste. Gracias por ser nuestra madre amantísima, por no dudar ni un segundo, por mostrarnos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. Salvador nuestro.

Sevilla lo sabe bien pues es ciudad mariana hasta el último poro de su piel. La devoción no tiene límites, el amor tampoco pues sin amor, no somos nada.

Podría estar en cualquier lugar buscando una palabra sin nombre pero aquí encuentro todas las respuestas.

Hermanos fraternos somos, los que nos reunimos en el altar del santísimo sacramento para participar del banquete eucarístico, la comunión con Dios.

Por la intercesión de la Virgen proclamamos sin cesar las alabanzas de tu gloria en el cielo y la tierra.

 

María Sánchez Peña