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Todo preparado en los Gitanos para el Triduo a la Virgen de las Angustias

Con motivo del Triduo anual celebrado en honor de la Virgen de las Angustias ha sido ataviada con saya de tisú de plata bordada en oro atribuida a las Trinitarias de Cádiz y donada por Francisco Antúnez Espada, conocido futbolista del Betis y del Sevilla. En 1961, siendo entrenador del Recreativo de Huelva, a Antúnez le ofrecieron una prima si lograba ascender a Segunda División, la cual aceptó con la condición de que el regalo fuese una saya para su Virgen de las Angustias. Se logró el triunfo deportivo y se confeccionó la primera saya bordada de la actual dolorosa.

Porta manto morado de terciopelo con bordados en oro realizado por Fernández y Enríquez en 1995, con diseño de Antonio Dubé de Luque. Estrena un tocado de encaje del siglo XIX, donado por 16 devotas que se han unido en un grupo denominado “mujeres de la Virgen” y que está abierto a nuevas incorporaciones para futuras ofrendas.

Los puños son de encaje antiguo francés dorado donados por un grupo de hermanas, y el pañuelo regalado por un hermano el año pasado, procede de una carpeta de Corporal antigua de encaje de plata y seda, con dos palomitas bordadas en seda del XVIII de manufactura conventual y que hacen alusión a la ofrenda que la Virgen María y San José hicieron en el Templo el día de la Purificación.

El fajín está realizado con valiosos brocados del siglo XVIII llevando en su cintura bordados en oro, unas uvas aludiendo a la Eucaristía. Fue donado por el mismo hermano anónimo que regaló el rosario dieciochesco que.

Como corresponde a su advocación y festividad (“y una espada atravesará tu alma”) lleva su puñal de oro, realizado por orfebrería Triana y donado por Juan Rodríguez Vicente y esposa en 1993.

Lleva la medalla de la Patrona la Virgen de los Reyes, un broche isabelino de corales donado por Javier e Iván García, el broche del Patronazgo de los donantes de órganos, corales piel de ángel donado por la bailaora Lalo Tejada.

En su mano derecha sigue portando una medalla procedente de su ajuar, de 1922 con la Virgen de los Desamparados, esta advocación está vinculada en sus orígenes a los que mueren solos, por eso la Virgen tiene esa forma con la cabeza levantada, para ser colocada sobre los féretros de estos desamparados. Esta es la razón de que lleve esta medalla en su mano del pañuelo, como recuerdo a todos los que en esta pandemia están muriendo solos, para que tengan el consuelo de María en sus Angustias.

En el altar se han colocados paños del siglo XIX en tisú de oro bordados en oro y sedas, tanto en la mesa de altar como bajo el camarín de la Virgen. Las flores que adornan el altar de su Triduo siguen la línea usada estos últimos años, inspirada en los fanales conventuales antiguos, con rosas de distintos tipos, calas, crestas de gallo, brunias, delphinium y hojas plateadas.