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A través de la pantalla

Faltaban escasos minutos para las ocho de la tarde cuando el Señor del Gran Poder caminaba llevado en andas por hermanos dirigidos por Manuel y Carlos Villanueva por el centro de su Basílica para dirigirse a una Plaza de San Lorenzo muda. Muda de piel, pues aún cuesta ver la imagen de este inigualable enclave sin sus añejos plátanos de sombra donde habitaban las aves que cantaban la primavera. Y muda también de palabra, siendo el corazón el único que en esos instantes hablaba sin torpeza alguna.


A través de la pantalla, el atardecer, similar a aquellos que tendrían que haber sorprendido en unos días a la Divina Enfermera o las distintas imágenes marianas que reciben la advocación del Rosario, se reflejaba como la paleta de colores de un pintor que ha dado sus primeros brochazos con el celeste de la infancia para culminar con el naranja del ocaso. Ese es el atardecer que ha visto a Dios caminar en Sevilla.


El trayecto fue corto. Tras detenerse las andas en el altar preparado ante la puerta de la Parroquia de San Lorenzo, en el epicentro de la plaza, ocupando una posición que permitiera que la imagen alcanzara todos los ángulos de visión posibles, se inició la Solemne Misa Pontifical. Monseñor Asenjo y el Arzobispo Castrense, Don Juan del Río, acompañaron como concelebrantes al Cardenal sevillano Don Miguel Ángel Ayuso. Tanto el Cardenal como el Arzobispo hispalense y el Alcalde de la ciudad han jurado como hermanos de la cofradía en el interior de la Basílica instantes antes de iniciarse el acto.


La Misa Pontifical de acción de gracias por el IV Centenario de la hechura del Señor se ha celebrado sin grandes incidencias, tal como era de prever teniendo en cuenta que las autoridades civiles se habían comprometido a velar por la seguridad de las personas asistentes al acto y de quienes pudieran encontrarse en el entorno con la esperanza de poder ver al Señor. Las normas de distanciamiento social y de aforo se han cumplido. Unas 300 personas, hermanos de la cofradía invitados según el orden de antigüedad, ocupaban las sillas que un par de horas antes habían sido colocadas en la Plaza de San Lorenzo.

Algo más de una hora y media se prolongó el Pontifical en el que intervino la orquesta y la coral de Arturo Artigas, y en el que acompañaban como autoridades invitadas el Alcalde de la ciudad, Juan Espadas, el Presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno, y la Consejera de Cultura y Patrimonio Histórico, Patricia del Pozo.

El Pontifical concluyó con la lectura por parte del Cardenal Ayuso de un mensaje ex profeso del Papa Francisco, en el que saludaba a la Junta de Gobierno de Félix Ríos y a toda la hermandad del Gran Poder por la celebración de tan importante efeméride. Una felicitación respondida con un aplauso por parte de los asistentes a la ceremonia.

Cuando el Señor vuelve a caminar por los escasos metros que lo separan de su Basílica ya es de noche. Y paradojas de la vida, hay Luna Llena. El corazón juega una mala pasada. No, no es esa Luna soñada. Algún día tal vez. Pero aún no es el momento.

Todos los que la vimos desde las rejas de nuestras ventanas la sentimos privilegiada, pues sin haber sido invitada, observaba al Gran Poder caminando, luciendo la túnica de los devotos, qué bien le queda por cierto, escuchando miles de oraciones y súplicas, traídas por los corazones de miles de almas que traspasaban las barreras de la Plaza y de todos los lugares del mundo pues el Señor que es de Sevilla nunca ha entendido de geografías. Por eso iba a volver este año a los barrios de la periferia de su ciudad.

Para cumplir aquello de “El señor esté con todos vosotros”. Como ha estado con aquellos que, desde nuestros salones o habitaciones, en la capital, en los pueblos y hasta en otros países de este mundo que le pertenece, hemos contemplado a través de la pantalla cómo Dios caminaba por Sevilla trayendo a todos, su Gran Poder.