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Así es la nueva saya de la Pastora de Triana

Durante estos días de esplendor en la feligresía de la trianera parroquia de Santa Ana se están celebrando los cultos en honor a la Divina Pastora de Triana. Además de todos los matices y detalles que, una vez más, han expuesto los priostes en el altar efímero, en esta ocasión también resalta la nueva saya que luce la imagen pastoreña y que está realizada mediante la técnica tradicional del bordado en seda en bastidor de tambor. Una obra maestra del artista Daniel Robles.

Los motivos que adornan la saya están realizados en hilos de seda, con un total de más de 50 colores, enriquecidos con espigas de metal, lentejuelas y canutillos de oro, cristal de Swarovski y encaje de hojilla de oro para el bajo y cuello del pecho. El soporte, un raso duquesa de color aguamarina, que viene a contrastar con los tonos rosados de la policromía de Pastora trianera.

Los motivos que conforman el diseño, son motivos muy personales y los cuales se han dibujado y bordado teniendo un conocimiento de ellos. Todo parte de dos elementos fundamentales, el contraste entre el fondo y el rojo, y la pieza principal, el ave.

Las amapolas, de un fuerte color rojo, simbolizan la delicadeza y la belleza que existe en un lugar tan duro como es el campo, la fugacidad de su floración, y la inmensidad que recrea ante nuestros ojos cuando nacen multiplicadas por mil en cualquier lugar. Al igual, Ella, es inmensa ante nuestra mirada, bella y frágil sentada sobre rocas.

Las margaritas, campanillas y pequeñas flores, simbolizan mediante color y forma todas esas flores que asociamos al paisaje bucólico y pastoril en el que cada Septiembre se nos presenta, además de recordarme a momentos de mi infancia junto una persona y lugar especial, donde todos los alrededores estaban llenos de esta flora, que hoy día ya es asfalto y recuerdos.

El trigo, bordado en sedas, representa el pan nuestro de cada día, a Jesús, por eso se enriquece con «granitos» de metal dorado, buscando que brille y destaque por encima de cualquier otro elemento, pues Él es el centro de nuestra fe, y nosotros llegamos a él mediante María. Son cuatros las espigas que aparecen sobre la saya, como cuatro son las advocaciones cristíferas a las que tengo especial cariño.

Por último las clavellinas, flor racial y sevillana donde las haya, son las que diariamente adornan la imagen enmarcada de nuestra titular en mi lugar de trabajo, y las que en mi casa se guardan con celo como legado familiar de generación en generación «los claveles de la abuelita».

La pieza central, la perdiz roja, tenía claro que quería ver el reflejo de todo lo que siento plasmado en esta pieza, y la memoria de mi infancia está llena de jaulas de madera verde, con perdices, que daban ritmo y compás con sus cabezazos al silencio del patio de mis abuelos. En esa perdiz va dedicado parte del tiempo que me faltó por vivir junto a mi abuelo, y todo el amor que sentía y siento por él, una manera más de perpetuar ese sentimiento. Igualmente en el pecho, se encuentra un corazón del cual brotan flores, y es que en su corazón y su amor materno cabemos todos, y todos nuestros rezos a Ella algún día florecerán, solo debemos tener paciencia y fe.