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Amarás al prójimo…los daños colaterales a sectores dependientes de las cofradías

Este artículo trata de exponer mi reflexión moral en voz alta. Una reflexión personal, de la que no busco que coincidan con ella ni tan siquiera que sea entendida; de hecho, siempre he creído que lo más enriquecedor en este mundo es poder dialogar y escuchar opiniones contrarias a las propias siempre que sean expresadas con respeto; las acepto y las valoro. La moral es algo personalísimo e intransferible y cada uno tiene la suya, como los valores y los principios básicos de vida.

Me adelanto a la crítica y a la lección de moral (perdón por ser reiterativo) que algunos tratarán de dar por hablar de estos temas: por supuesto que lo más importante en este momento es la salud, tratar de controlar y erradicar esta terrorífica pandemia y evitar que sigan muriendo personas en todo el mundo.

Después, dado por entendido que la salud y la vida es lo primordial, intentar que las personas afectadas por una situación  laboral dificultosa y que sufren las consecuencias económicas derivadas de la misma puedan reconducir dicha eventualidad y volver a su rutina lo más pronto posible.

Creo que es algo obvio y evidente que cualquier persona sensata da por supuesto. Aun así, aclarado queda. Dicho lo cual, podemos comentar temas que aun siendo banales, a veces pueden servir de mero entretenimiento y que tampoco hacen mal a nadie.

¿Qué es la moral? Según la RAE la moral, entre muchas acepciones es “el conjunto de costumbres y normas que se consideran buenas para dirigir o juzgar el comportamiento de las personas en una comunidad” así como “ comportamiento humano o relacionado con él” o “que se basa en lo que la conciencia establece como bueno” (Como la obligación moral de colaborar con alguien).

Todo esta introducción es para hacer ver que en mi opinión, la situación que se ha derivado del acuerdo que tomó el Consejo de Cofradías sobre la posibilidad de solicitar la devolución de las sillas y palcos de la pasada Semana Santa, no nos dejan ver que se ha generado un daño colateral a ciertos sectores, que también tienen sus necesidades económicas y cuyos negocios, y con ello muchos trabajadores y sus familias, penden de un hilo. A veces los árboles no nos dejan ver el bosque.

El Presidente del Consejo ha manifestado que siente cierta “decepción” (perdón si no es la expresión que usó exactamente) con la totalidad de las reclamaciones que están recibiendo pidiendo la devolución del importe de los abonos. Vayamos por partes.

En primer lugar; nadie duda ni desconoce que hay muchas familias que se han visto afectadas por la pandemia y han perdido sus puestos de trabajo, están inmersos en los conocidos ERTES o son autónomos que han perdido su negocio o han quedado gravemente afectados; desgraciadamente es así.

Pero, ¿De verdad entiende alguien que esa decepción es motivada por alguno de estos afectados? ¿Creen que el señor Vélez se refiere a ellos? Yo, tengo clarísimo que no es así; no se refiere a ellos en absoluto. Nadie en su sano juicio no entendería que estos afectados reclamen la devolución.

En Segundo lugar; dejando a un lado este colectivo más vulnerable del que no hay discusión alguna sobre su situación, están los que afortunadamente pueden decidir con total libertad, ya que suponemos que su economía así se lo permite, si solicitar la devolución, o donar lo que estimen conveniente.

Vaya por sentado que jamas dudaré que cada uno es libre de actuar según su moral, su conciencia y su derecho a decidir qué hacer con su dinero. Nadie debe juzgar ni poner en tela juicio lo que cada uno hace en su casa con lo que es suyo, y con ello pueden usarlo y gastarlo como mejor le plazca. !Faltaría más¡ Pero quiero entender que la desazón del señor Vélez viene motivada por aquellos casos, que seguro los habrá, que a pesar de tener una situación económicamente estable, han reclamado su devolución. ¿Están en su derecho? Sin ninguna duda; ¿es lícito? Por supuesto; ¿es poco solidario?

No seré yo quien juzgue a nadie ni de lecciones de nada; es una respuesta que solo deben responder los interesados (si es que los hubiera). Pero de ahí entiendo que viene su desolación. Creo que tampoco está siendo plato de buen gusto la situación actual para los dirigentes del Consejo.

Lo único que sí me gustaría hacer ver, por sí puede resultar de ayuda o de llamada a la comprensión, es que detrás de toda esta polémica hay muchos sectores que dependen de la conocida “subvención” (o califíquenla como crean) que reciben las cofradías por los ingresos de los palcos y sillas. Artesanos, doradores, orfebres, escultores, pequeños empresarios del sector musical, empresarios del sector textil, y muchos que derivan de todos estos, están quedando gravemente afectados al no haber ingresado sus emolumentos por los trabajos realizados.

Se ponen en peligro muchísimos puestos de trabajo y pequeños y medianos comercios que derivan y dependen de las cofradías y de la Semana Santa en general.

De todo esto les estoy hablando con conocimiento de causa porque me toca muy de cerca. Les pondré dos ejemplos muy cercanos, guardando siempre la intimidad y privacidad de los afectados. El primer caso es un empresario que me dice abiertamente que si no hay Semana Santa (entendida como desfiles procesionales) el año que viene, tendrá que cerrar su negocio.

Así de duro me lo pone y con una entereza que admiro. Su situación es fácil de entender: muchas cofradías a nivel nacional no han podido hacer frente a sus obligaciones para con terceros, y como él depende directamente de estos terceros, pues se ve profundamente afectado en su negocio. Es la rueda económica de los sectores dependientes entre sí.

El otro ejemplo es un trabajador por cuenta ajena de un empresario del artesanado cofrade, que ya ha recibido la noticia de su empleador: las cofradías han retirado muchos de sus encargos y de momento paralizan los que ya estaban en curso. Esto tiene como consecuencia lógica que baje la producción del taller, por lo que sobraría mano de obra y puede dejar a este señor en situación de desempleo. Y como estos, habrá muchos más.

Con estos ejemplos en ningún momento valoro ni pongo en tela de juicio la decisión que cada uno haya tomado. Somos libres para actuar en consecuencia con nuestra situación personal. Solo quiero hacer ver que hay un sector, olvidado en mi opinión, que depende en gran medida de los ingresos de las hermandades. Pensemos, si así nos lo permite nuestras circunstancias, en el prójimo, y si en la medida de lo posible ayudamos con un pequeño gesto, seguro que ellos nos lo agradecerán. Y la Semana Santa, también.

Sin más, espero me disculpen si les pido que seamos solidarios y tomemos todas las medidas de precaución necesarias para evitar la propagación de la pandemia. Amemos y pensemos en el prójimo. Salud, mucha salud.