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La historia de los titulares de las Cigarreras

La popular Hermandad de las Cigarreras, se funda en el convento de San Benito de Calatrava en el año 1563, en torno a la Imagen de Jesús atado a la columna y flagelado.

Es curioso que a lo largo de su historia la Hermandad ha contado con cinco titulares del Cristo de la Columna, y todas estas imágenes se conservan en la actualidad.

El primer titular de la Cofradía de las Cigarreras que procesionó, es obra del escultor hispano-flamenco Juan Giralte (1565). Esta imagen encargada al escultor por Gonzalo de León, se encontraba en el Monasterio de la Trinidad, hoy Basílica de María Auxiliadora antes de llegar la corporación del Jueves Santo. En el año 1578 la corporación abandona el convento de San Benito y se traslada hasta el templo trinitario, donde comienza a dar culto a este Cristo flagelado. Esta imagen sería el titular de la hermandad hasta su traslado al convento de San Pablo, a donde no se traslado la talla al no pertenecer a la hermandad. Por tanto recibió culto por parte de la Cofradía durante 11 años.

La imagen realizada en madera de cedro tallada y policromada, se presenta al Redentor sobre una peana y atado a una columna, de estilo manierista con claras influencias flamencas. En 1993 sufre una milagrosa restauración por Mauricio López Madroñero que salva a esta antiquísima talla de la desaparición. En dicha restauración se observaron indicios de anteriores intervenciones, en las cuales se elimina la corona de espinas, y se retalla el pelo para colocarle pelo natural.

En la actualidad se venera esta imagen en la Basílica de María Auxiliadora de la Trinidad.

Tras marchar de la Basílica de la Trinidad, la Cofradía se traslada hasta el Convento de San Pablo en 1589, donde se une con la Hermandad de Ntra. Sra. de la Antigua, pero solo estarán fusionadas durante 7 años y medio, y como consecuencia de esta ruptura la corporación del Jueves Santo se traslada a la Iglesia de la Orden Mínima de San Francisco, perteneciente a la desaparecida Parroquia de San Miguel. Este traslado se produce en 1597.

En todo este periplo, la Hermandad de Columna y Azotes, carecía de Titular, al no pertenecer a la hermandad el Cristo de Giralte. Es por ello que se decide contratar la hechura de un nuevo Cristo atado a la Columna, y el trabajo recae sobre el escultor Amaro Vázquez, y que es realizado en 1602 y que será a la postre en el Titular de la Cofradía que más tiempo ha procesionado, haciéndolo en dos periodos:

Primero, desde 1602 hasta 1892.

Segundo, desde 1940 hasta 1973.

La talla representa a Cristo maniatado a una columna, con una estatura de 1,65 realizado en madera de cedro policromada, de corte clásico, con semblante sereno, exento de dolor o padecimiento alguno. El estudio anatómico es pormenorizado, se presenta la efigie en un contraposto con el pie izquierdo adelantado. El paño de pureza tratado con naturalidad en sus pliegues, así como el trabajo de la cabellera y de la barba en el cual muestra un cierto hieratismo, alejado del movimiento imprimido a las esculturas barrocas. El movimiento de la imagen viene dado por la posición de los brazos, que obliga a la imagen a girar el torso desde la cadera.

En la actualidad, esta talla se encuentra en las dependencias de la Hermandad.

Este Titular fue sustituido por una imagen de Cristo azotado atribuido a Pedro Roldan.

El tercer titular al que se le rindió culto por la corporación, es el Cristo de la Columna que hoy en día se encuentra en la localidad onubense de Hinojos.

En 1892 el Arzobispo de Sevilla, cede a la Cofradía de Columna y Azotes, una imagen de un Cristo flagelado procedente del desaparecido convento del Pópulo, y que se encontraba en la parroquia de la Magdalena. La talla de gran mérito, de estilo barroco sevillano, fechada a finales del siglo XVII, principios del siglo XVIII. Realizada en madera de cedro, y está atribuida al maestro Pedro Roldán. La imagen que procesionó hasta 1916, presenta a Cristo atado a una columna de fuste bajo, lo que obliga a un escorzo apareciendo encorvado y con las piernas semiflexionadas. La sagrada imagen de bellas facciones y cuidada anatomía, fue sustituida debido al creciente deseo de los cofrades de contar con un titular en propiedad y que no fuese cedido para minimizar el problema de una hipotética reclamación para que fuese devuelta.

Ante el deseo de poseer una talla de Cristo que fuese propiedad de la Hermandad, ésta contacta con el imaginero Joaquín Bilbao para que realizase el titular de la corporación. En abril de 1916 se bendice la nueva Imagen de Cristo flagelado, bajo la advocación de Nuestro Padre Jesús del Dolor. A pesar de las buenas críticas vertidas sobre la nueva imagen, la monumentalidad de la talla (1,89) crea un cierto descontento entre los cofrades. El modelo iconográfico más cercano quizás al espíritu de Rodin imperante en la época, que al estilo barroco sevillano.

Esta Imagen de Cristo flagelado de gran realismo, ofrece su pecho mientras entorna fuertemente los párpados tras recibir los latigazos. Las manos están atadas a una columna de fuste bajo y situadas detrás del cuerpo, la posición de las piernas abiertas con la derecha ligeramente atrasada con respecto a la izquierda, dan dinamismo a la talla. La imagen aparece desnuda evidenciando un exquisito conocimiento de anatomía por parte del autor, tan solo se cubierto por la cintura de la túnica purpura.

A pesar de ser una soberbia talla, ésta se retiró finalmente en 1937, por no ser del agrado de los hermanos y sevillanos en general. Su gran problema siempre fueron las dimensiones, lo que intentaron solventar incluso embutiendo la peana en el canasto para disimular su tamaño. La imagen que sustituyó a esta de nuevo fue la de Amaro Vázquez que tras 21 años sin procesionar lo volvió a hacer hasta 1972. En 1973 Ntro. Padre Jesús del Dolor, vuelve a procesionar, esta vez solo en el paso sin misterio tan solo alumbrado por cuatro hachones, tras esta aparición fugaz en aquella Semana Santa, sería sustituida por la actual.

En 1974 llega a la Capilla de la Fábrica de Tabacos la Imagen de Cristo atado a la columna que talla el artista de Carmona, Francisco Buiza. Esta viene acompañado del misterio compuesto por dos sayones que azotan al Señor y un Centurión romano que contempla la escena.

Se trata de una talla que representa a Cristo atado a una columna de fuste bajo. Cristo se sitúa a la derecha de la columna encorvado ya que sus manos aparecen amarradas a una argolla que hay en la parte superior del fuste. La pierna izquierda está adelantada, mientras que el pie derecho aparece con el talón ligeramente levantado, dando así dinamismo a la escultura. El estudio anatómico es pormenorizado, destaca la finura de las manos. La cabeza está girada ligeramente hacia la derecha, con una amplia cabellera que cae en amplios mechones a ambos lados del dulce rostro que a pesar del castigo muestra una mirada serena. La desnudez es cubierta en la cintura con un paño de pureza anudado por una cuerda gruesa dejando al descubierto la cadera derecha.

Esta portentosa imagen procesiona desde entonces en la tarde del Jueves Santo sobre un paso neobarroco compuesto por cartelas, y es acompañado por un misterio tallado por el imaginero sevillano José Antonio Navarro Arteaga.

El último titular incorporado a esta Cofradía, el Cristo de la Púrpura, viene a rellenar el hueco dejado por esta advocación, que procesionó en esta hermandad hasta el año 1874. Esta antigua imagen, desgraciadamente desaparecida, representaba a Cristo tras recibir el castigo del flagelo recogiendo sus sagradas vestiduras.

Esta talla representa a un Cristo arrodillado con las manos en el suelo recuperando su túnica, se perdió su rastro en 1904 cuando la hermandad la entrega al escultor Emilio Pizarro Cruz a cambio de que realizara un San Juan Evangelista, que a la postre nunca llegó. Se cree que este artista modificó totalmente la imagen reconvirtiéndola en un Cristo caído, lo que hace que a día de hoy sea prácticamente imposible su identificación.

Es por tanto que en el seno de la Cofradía cigarrera existía el anhelo de recuperar esta advocación para Sevilla, y de ahí la nueva obra de Navarro Arteaga.

Representa a un Cristo recogiendo sus vestiduras con la rodilla derecha apoyada en el suelo y la pierna izquierda completamente flexionada. Con la mano izquierda se agarra al fuste de la columna, que se sitúa a la izquierda de Cristo, y con la mano derecha cruzada sobre el cuerpo intenta recuperar la túnica. Aparece desnudo tan solo revestido a la altura de la cintura por un sudario de pliegues angulosos y voluptuosos. La mirada está fija en el suelo, mostrando un rostro sereno, el cabello de la barba y cabeza es finamente tratado dejando al descubierto la oreja izquierda.

Esta imagen viene a engrandecer aún más si cabe el riquísimo patrimonio de esta corporación, la cual no tiene intención de procesionar en la tarde del Jueves Santo.