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Desde 1933 Sevilla no se queda sin Semana Santa

En la Semana Santa de 1933 se dio lo que no pasaba en Sevilla desde 1825, que ni un solo paso salió a las calles de la ciudad. Quizás el cofrade de a pie, que lo vive cada día, está acostumbrado a que las inclemencias meteorológicas impidan hacer la Estación de Penitencia, pero las causas actuales son nuevas. En un mundo globalizado, una causa sanitaria pone en jaque la celebración más grande de la ciudad y de toda Andalucía, algo que parece tener un desenlace cercano y sin posibilidad de evitar lo inevitable, la suspensión de las procesiones de Semana Santa 87 años después.

En 1933, Adolf Hitler llega al poder en Alemania, se producen los sucesos de Casas Viejas, Buñuel viaja a Las Hurdes a rodar su película y el nuevo presidente de los Estados Unidos, Franklin Delano Roosevelt, levanta la ley seca en lo relativo a la prohibición de producir y consumir cerveza.

En 1932, la histórica salida de la Estrella evitó que la primera Semana Santa de la Segunda República -su proclamación tuvo lugar tres días antes del comienzo de la Feria de abril de 1931- se saldara sin un paso en la calle. La Niña de la Alfalfa lo celebró con una saeta en las puertas del Ayuntamiento: «Se ha dicho en el banco azul / que España ya no es cristiana / pero aunque sea republicana,/ aquí quien mandas eres Tú, / Estrella de la mañana». La saeta la reproduce Juan Pedro Recio en su libro Las cofradías de Sevilla en la II República.

La Semana Santa de 1933 tenía un alto valor simbólico. Se conmemoraban los diecinueve siglos de la Redención por la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo, ya que muere con 33 años. Ya en aquellas fechas se afirmaba que «Sevilla pierde con la suspensión de la Semana Santa más de 35 millones de pesetas. Desaparece un contingente de 130.000 visitantes», se lee en el periódico Ahora que tenía entre sus colaboradores a Manuel Chaves Nogales.

En la Segunda República, Sevilla tuvo catorce gobernadores civiles y cinco alcaldes. El alcalde en la Semana Santa de 1933 era José González Fernández de la Bandera, «duramente combatido por las derechas que, entre otras cosas, boicotearon la Semana Santa de 1932 y 1933 frustrando sus esfuerzos por evitarlo», según escribe Juan Ortiz Villalba en su libro Sevilla 1936. Del golpe militar a la guerra civil.

González y Fernández de la Bandera fue concejal liberal del Partido de Rodríguez de la Borbolla entre 1916 y 1920, y alcalde entre junio de 1931 y finales de 1933. Deja la Alcaldía al ser elegido diputado a Cortes por Sevilla. Además de aquella Semana Santa sin cofradías, en su mandato municipal le hizo frente a la intentona golpista de Sanjurjo el 10 de agosto en Sevilla. Esa circunstancia lo convirtió en héroe nacional y el propio Queipo de Llano lo hizo subir a la tribuna del parque del Retiro para que la gente se lo reconociera. En el segundo aniversario de la sanjurjada, la noche del 10 al 11 de agosto, fue fusilado con un grupo de republicanos entre los que figuraba el notario Blas Infante.

Los hermanos mayores de las cofradías de más raigambre «eran significados personajes de derechas y dirigentes, en elevado porcentaje, de Acción Popular y los tradicionalistas», dice José Manuel Macarro en el libro Socialismo, República y revolución en Andalucía (1931-1936). «¿La decisión de las hermandades sevillanas de no sacar las procesiones se debió a una manipulación política del sentimiento religioso?», se pregunta Macarro. Cita a un miembro de Acción Nacional: «El crucificado no podría ir por las calles sevillanas mientras se le expulsaba de las escuelas».

El Viernes Santo de 1933, 14 de abril, no salieron, pero estuvieron. Juan Pedro Recio, en su libro dedicado a las hermandades en la II República, hace un completo relato de una manifestación de interiores. El Domingo de Ramos se inició un triduo en la Catedral. La tarde del Viernes Santo, la Carretería, Soledad de San Buenaventura celebraron ejercicios de pasión. La O expuso al Señor en besapiés, Montserrat permaneció abierta y la Sagrada Mortaja celebró el Sermón de las Tres Horas en Santa Marina.

Se rompió el clima de diálogo de los comienzos, cuando recién proclamada la República, el arzobispo de Sevilla, Eustaquio Ilundain, visitó al ministro de Comunicaciones, Diego Martínez Barrio, y éste le devolvió la visita. En noviembre de 1933 gana las elecciones la CEDA y en la Semana Santa de 1934 salen 14 cofradías. En 1937 es nombrado Pedro Segura al frente de la diócesis.