Entre retales y virutas de una carpintería,
Viven un martillo, una gubia y una sierra
Que besan al ser que se hunde en la tierra
Y convierten sus huesos en los de Jesús o María.
De entre las carpinterías algunas descansan ya para siempre
Como las de Montañés, Mesa, Roldán, Illanes o Duarte;
Mas para siempre queda su derroche, su talento y su arte,
Capaz de dispararte el corazón y sin víveres llenarte el vientre.
Y qué decir de las que hoy siguen abiertas de par en par
Haciendo hombre y mujer a nuevas devociones con fe y con esmero,
Que a nuestras iglesias,corazones y estampitas van a llegar.
Pero sé de uno que sin levantar su sierra es un divino carpintero
Que cuando el frío pasa a ser fresco la gente le va a rezar,
Al carpintero que no es hombre sino santo: San José Obrero.
