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La Esperanza de la Trinidad: la Virgen que encumbró a Juan de Astorga

Doscientos años se cumplen de la entrega de Juan de Astorga a la hermandad del Sagrado Decreto de una Dolorosa destinada a convertirse en un referente artístico en la obra del escultor y en la imaginería cofrade, así como en un referente devocional en una hermandad con cinco siglos de historia a sus espaldas. En este reportaje nos acercamos a una parte de esa historia compartida entre la Esperanza y la Trinidad.

La cofradía de trinitarios fundada por hortelanos

Las reglas más antiguas que se conservan de la hermandad están fechadas en 1544, aunque es probable que su actividad fuese anterior, en un contexto en el que se incrementa la religiosidad popular, fundándose hermandades que, en ocasiones, nacen bajo el amparo de las órdenes religiosas. Es el caso de esta cofradía que rendirá culto a la Santísima Trinidad y a las Cinco Llagas de Cristo, y que residirá en el Convento de las Santas Justa y Rufina. Regentado por la Orden de la Santísima Trinidad, el Convento acoge a esta hermandad de sangre fundada por hortelanos que, a pesar de su condición, no dan un carácter gremial a su cofradía. La primera referencia a la advocación de la Esperanza se encuentra en el siglo XVII. Pero la fecha que a nosotros nos concierne es el 9 de febrero de 1820, cuando Juan de Astorga hizo entrega a la hermandad de una nueva Dolorosa que es la que actualmente recibe culto con la advocación de Nuestra Señora de la Esperanza.

El escultor, el nuevo Roldán

Nacido en el año 1777, en Archidona (Málaga), Juan de Astorga se trasladó a Sevilla con unos doce años. Se casó con María Josefa Miranda, feligresa de Santa Catalina y tuvo varios hijos, entre ellos, el que también sería escultor, Gabriel de Astorga. Señala José Ignacio Ruiz Alcañiz, autor de un monográfico sobre el imaginero, que habiendo heredado de sus maestros, Cristóbal Ramos y Blas Molner, la huella del Barroco, en la evolución de su obra juegan un papel importante dos influencias: la académica y la romántica.

La influencia académica estaría plasmada en una idea de la belleza en la que se despoja a las imágenes de los rasgos de dolor externos y refleja unas obras más armoniosas y serenas, distanciadas del desgarro emocional exteriorizado propio del Barroco. No obstante, según Ruiz Alcañiz, si Astorga se hubiera dejado llevar solo por los cánones neoclásicos, sus tallas hubieran sido frías y exentas de emotividad. Es aquí donde entra el Romanticismo, que aporta un sentimiento del espíritu que hace que sus obras cobren vida y belleza.

Esta influencia romántica motivaría a Juan de Astorga a dedicarse con mayor énfasis a la imaginería y, en especial, a la de carácter religioso. Ciñéndonos a este apartado, podríamos destacar al Crucificado de la Providencia de la Escuela de Cristo, las imágenes secundarias del Duelo, o las Dolorosas que realizó y en las cuales se vislumbran los rasgos descritos anteriormente: un dolor interno que, combinado con el gesto calmado y sosegado, da como resultado una imagen de extraordinaria dulzura.

La Virgen del Buen Fin de la Lanzada, la del Subterráneo de la Cena, la Angustia de los Estudiantes, la Presentación del Calvario o la Soledad de la Parroquia de San Ildefonso llevan la firma del escultor que fue conocido por su coetáneo Félix González de León como el nuevo Roldán y cuya trayectoria marcaría un antes y un después en la Historia de la imaginería religiosa, creando un estilo propio que influiría en escultores del siglo XX. Hermano de varias corporaciones, impulsor del museo que habría de recoger todos los bienes desamortizados a la Iglesia de Sevilla, murió por un debilitamiento muscular en 1849 y fue enterrado en el antiguo cementerio de San Sebastián. Allí, en algún lugar bajo la actual Parroquia del Porvenir descansan los restos del mejor escultor de la Sevilla del siglo XIX.

La obra maestra: la Virgen de la Esperanza

Las palabras del historiador del Arte Palomero Páramo sobre la relevancia de la talla de la Virgen de la Esperanza, sirven para apoyar el título de este epígrafe: …no sólo por ser la más exquisita del surtido obrador de Astorga, sino porque en el futuro será progresivamente repetida hasta convertirse, junto con la Macarena, en el modelo más imitado por los imagineros del siglo XX en las Dolorosas que le encargan.

La Virgen que Juan de Astorga entrega a la hermandad del Sagrado Decreto en 1820, reúne perfectamente ese estilo propio que el escultor archidonés otorga a sus Dolorosas. Los rasgos estilísticos de esta imagen tallada en madera de cedro, de candelero hecha para vestir, reflejan esa dulzura serena capaz de transmitir una fuerte emotividad. Mide 1´58 metros e inclina levemente la cabeza hacia su derecha. Entristecen su delicado y joven semblante cinco lágrimas que se escapan de unos ojos entornados, y un sollozo que entreabre sus labios y deja ver la lengua y la hilera superior de sus dientes. Bajo los labios, un hoyuelo en el mentón y sobre los ojos, unas suaves líneas de cejas y un leve entrecejo fruncido.

Juan de Astorga cobró 900 reales de vellón por esta imagen, aceptando el primer pago en junio de 1819 y el último cuando hizo entrega de la talla. Aunque es Fray José Cabello, capellán de la hermandad y padre vicario del convento sevillano de la Trinidad Calzada, quien realiza los pagos, se señala que la destinataria del encargo es la Cofradía del Sagrado Decreto. Llama la atención que en la carta de pago se encarga la efigie de una Señora de los Dolores, esto es, de una Dolorosa, sin que aparezca el nombre de la Virgen de la Esperanza, lo cual hace pensar que no fue hasta fechas posteriores cuando esta imagen tomó la advocación que en la hermandad veneraban desde el siglo XVII.

Todos los especialistas que han estudiado la obra de Astorga coinciden en señalar que la Virgen de la Esperanza es la más representativa de su amplio catálogo. A las palabras señaladas anteriormente del profesor Palomero Páramo, se podrían añadir las de Ruiz Alcañiz que sostiene que el estilo de la Dolorosa hace de ella una obra maestra de la Escultura del siglo XIX. El profesor Roda Peña señala que Por nuestra parte, entendemos que es su dolorosa más carismática, habiendo ejercido, en lo que a esta iconografía se refiere, un poderoso influjo sobre algunos imagineros contemporáneos hasta llegar a convertirse en un modelo repetidamente evocado o incluso imitado.

La Esperanza y la hermandad de la Trinidad: del paso de palio a la Coronación

Pronto la Virgen de la Esperanza se convirtió en una de las devociones principales de esta hermandad. Restaurada en 1907 por Ángel Rodríguez Magaña y cuarenta años más tarde por Sebastián Santos Rojas, la última intervención sobre la imagen tuvo lugar en 2012 por parte de un equipo multidisciplinar del IAPH. En el año 1996, Antonio Dubé de Luque realizó nuevas lágrimas para la Virgen y en el año 2000, Luis Álvarez Duarte le hace un nuevo candelero.

Uno de los momentos más importantes en la consolidación de la devoción de la Virgen de la Esperanza en la hermandad de la Trinidad llega en el año 1924, cuando se cumple el sueño de los hermanos de la cofradía de poseer un paso de palio para la Dolorosa. Hasta el año anterior, la Virgen de la Esperanza procesionaba acompañando al primitivo Cristo de las Cinco Llagas. Este primer palio se conformará gracias a los enseres que prestaron otras corporaciones ya que el nivel adquisitivo de la hermandad no permitía obtener uno propio. Sin embargo, se decide realizar un importante esfuerzo para que la Virgen poseyera un paso digno y por ello, se encarga a Juan Manuel Rodríguez Ojeda la ejecución de un palio negro bordado en oro, que seguía el estilo juanmanuelino.

En el año 1945 comenzó a tomar forma el actual palio de la Virgen de la Esperanza en el taller de los sobrinos de José Caro, con bambalinas sobre soporte de terciopelo blanco que en 1983 pasarán a terciopelo verde de Lyon. Braulio Ruiz Sánchez diseña un manto del mismo color que actualmente es de camarín. El que hoy en día lleva la imagen cada Sábado Santo es de 1975, bordado en oro fino sobre terciopelo verde de Lyon en el taller de Esperanza Elena Caro. El majestuoso conjunto se remata con los soberbios respiraderos del paso que entre 1951 y 1958 realiza Manuel Seco Velasco y con los faldones que borda Santa Bárbara entre 1990 y 1991. Así es cómo culminó el sueño de los hermanos trinitarios que acompañaban a la Virgen de la Esperanza casi cien años atrás en las tardes del Jueves Santo.

Sueños cumplidos para las generaciones pasadas y también para las presentes, que fueron protagonistas de los actos que se llevaron a cabo por la celebración de la Coronación Canónica de la Virgen de Astorga el 10 de junio de 2006. Un proceso que comenzó en 1997, cuando Don José Hernández Sánchez, Ministro General de la Orden de la Santísima Trinidad, por la vinculación histórica que unía a su orden con la cofradía, solicitó al Arzobispo de Sevilla, Fray Carlos Amigo Vallejo, la Coronación Canónica de la imagen. El buen trabajo de la hermandad y la contrastada devoción que despertaba la Virgen de la Esperanza motivaron que casi una década después el sueño de los hermanos se materializara en una recordada ceremonia celebrada en la Catedral, precedida de un solemne Triduo y seguida de una inolvidable procesión extraordinaria que la llevó de regreso al entonces Santuario y hoy Basílica Menor de María Auxiliadora. Un mes antes, la Virgen de la Esperanza obtuvo el reconocimiento del pueblo hispalense, al imponerle el alcalde de Sevilla, Alfredo Sánchez Monteseirín, la réplica de la medalla de la ciudad.

La última Esperanza de Sevilla

La Virgen que hace doscientos años entregara el escultor Juan de Astorga a la cofradía del Sagrado Decreto se ganó rápidamente la devoción de unos hermanos que han vivido junto a ella grandes momentos históricos de la corporación trinitaria. Una imagen que es Patrona de la Policía Local de Sevilla desde el año 2007, y que, tras el cambio al Sábado Santo en 1956, se convirtió en la última de las Esperanzas que procesionan en la Semana Santa. Un nombre, Esperanza, una ciudad conteniendo el suspiro, y un rostro sereno y bello gracias al arte impecable de su escultor se funden en los últimos minutos de una noche donde ya se siente la Resurrección. Muchos despiden la Semana Santa con esta imagen para la que José Peña Rubio compuso la marcha Mi Esperanza, que parece recoger esa melancolía que todo cofrade siente cuando contempla uno de los rostros del adiós según Sevilla. Un rostro que llegó hace doscientos años, de las manos de Astorga, para reforzar el nombre de la Esperanza en la ciudad.

 

 

Bibliografía y fuentes consultadas:

-PASTOR TORRES, Álvaro. ROBLES, Francisco y ROLDÁN, Manuel Jesús. Historia general de la Semana Santa de Sevilla, El Paseo Editorial, España, 2019.

-RUIZ ALCAÑIZ, José Ignacio. El escultor Juan de Astorga, Colección Arte Hispalense, Diputación Provincial de Sevilla, Sevilla, 1986.

-VARIOS AUTORES. De Jerusalén a Sevilla. La Pasión de Jesús. T.IV, pp.282-286, Tartessos, Sevilla, 2005.

-VARIOS AUTORES. La Trinidad. De las Cinco Llagas a la Esperanza. X Aniversario de la Coronación Canónica, Área de Seguridad, Movilidad y Fiestas Mayores, Sevilla, 2016.

Agradecimientos:

  1. Juan Carlos Martínez Amores por la atención mostrada en la consulta sobre fuentes bibliográficas y otras aclaraciones.