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La hora pronta

Estará como siempre, en el centro de su capilla, maniatado tras dejar por unos días la cruz de su destino, sobre el firme pedestal en el que lo sitúan los suyos para recibir el leve beso de la espera cubierta por una pátina de sobrecogimiento ante su regia presencia.

Estará cumpliendo el rito para una ciudad que no sabe estos días si cubrirse con las últimas luces de una avejentada Navidad o con las de un sueño que, en esta hora pronta que marca el Señor de Pasión, late suave pero contundente.

Y estará anunciando. Si un mes antes era María la que traía la buena nueva, ahora es su hijo, el Niño que se ha hecho Hombre, el que nos trae las nuevas de una luz distinta, de una luz que se derramará sobre el cielo como se derrama la gracia de Dios en el Salvador.

De todos los zarandeos que, en una ciudad de contrastes, puede tener el sevillano, este es sin duda el más agresivo. Recoger los caramelos que han dejado suelos regados de ilusión, que se esparcen por el camino que va a la noche de los niños, y llenar de ellos los bolsillos de una chaqueta conocedora de muchos inviernos para luego acercarse al centro y encontrar allí, al Mesías del Nacimiento portando el mensaje de la primavera según Sevilla.

No. El sevillano no tiene prisa por ver la espalda de Baltasar. Es el mismo Dios del portal el que tiene prisa por contarle a la ciudad, una vez más, el mejor de sus sueños. La Historia de un tiempo de Amor reescrita con la Fe de un pueblo que se mueve por ritos. Y por ello, estará allí, cambiando la paja por el acanto, señalando las puertas, las de su celestial balcón, que se abren para sentir la claridad de una verdad que, aunque permanecía viva, quedó aletargada por otro tiempo que ya avanza hacia su letanía final.

Bendita sea la sensación que atraviesa al que entra y se acerca, al que avanza entre esas columnas que parecen muertas pero que realmente callan, porque ellas también vieron y creyeron. Bendita esa sensación que, ya bajo el techo de su capilla, hace abrir la boca para dejar escapar un leve jadeo que, en el interior, retumba en oración. Cerca de ti, Señor parece entonar un corazón dispuesto a representar el papel que le corresponde en esta renovada Historia, fortalecida en la Gloria desbordante de una tarde de enero. Por ello, bendita sea la hora pronta en que Dios llama a Sevilla para vivir juntos el Sueño de Pasión.