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El Cristo de la Sopa

A las espaldas de la iglesia conventual del Santo Ángel había un pequeño callejón oscuro y sin salida. Allí, en el centro de la ciudad, se reunían los pilluelos, mendigos, lazarillos y otros muchos que necesitaban de la caridad y la limosna de los demás para sobrevivir. Este callejón se creó cuando los descalzos, pobres de solemnidad, se establecieron en el Santo Ángel. Cuando todos se sentaban a la mesa para comer, salían los frailes a darles sopa a los necesitados que se reunían en el callejón.

Muy cerca de aquel callejón se encontraba el taller del prolífico imaginero Juan Martínez Montañés. El alcalaíno frecuentaba la Parroquia de la Magdalena y el convento carmelita. En el interior del Santo Ángel se detenía ante los dos retablos cuya imaginería había tallado él mismo para Francisca de León y Miguel Jerónimo. Una tarde, cuando Montañés regresaba a su taller, vio a un grupo de mendigos dirigiéndose al callejón. Al día siguiente cambió su habitual recorrido y se adentró en el callejón, pudiendo observar como los frailes ofrecían sopa a los más desfavorecidos.

Los frailes, tras reunir algunas limosnas, decidieron encargar la efigie de un crucificado en 1617. Un día, cuando Montañés pasaba por delante del Santo Ángel, le hicieron pasar a la sacristía para encargarle su hechura. Desde entonces se intensificaron las visitas del escultor a aquel callejón. Tras terminar el encargo, Montañés llevó al crucificado portado por oficiales y aprendices de su taller al convento. Entonces, Montañés le indicó a los frailes que no quería que le pagasen por la hechura del Cristo. En su lugar, dejó dicho que la mejor manera de pagar el Cristo sería seguir ofreciéndole la sopa a los pobres. Por ello, al Santísimo Cristo se le puso bajo la advocación de Desamparados, como protector de todos aquellos que se reunían en el callejón. Aquel callejón sin salida se ubicaba en la Capilla Sacramental de la iglesia del Santo Ángel, desde donde hace más de 400 años el Santísimo Cristo de los Desamparados recibe las oraciones de tantos fieles y devotos que han pasado ante Él.