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Crónica de un sueño de Sevilla con la Virgen de la Encarnación

Contrastes y espejismos en la jornada de ayer. En uno de los días más cortos del año, con el solsticio de invierno llamando a las puertas y las luces de la Navidad alentando al disfrute de la fiesta, la Virgen de la Encarnación recorrió el trayecto entre su templo y la Catedral de Sevilla con la elegancia y el saber estar propio del Martes Santo.

Porque ayer en Sevilla fue el día de Santa Lucía. Y ya se sabe, menguan las noches y crecen los días. Pero no creció lo suficiente para ver el rostro de una Dolorosa que enfiló Luis Montoto con la primera luz de una noche de la que se adueñó. Viéndola salir, con toda la candelería encendida, por la puerta de la Iglesia de San Benito y a pesar de la diferencia de luz, el primer espejismo llevó a recordar una instantánea similar de la Virgen recogida en la película Semana Santa de Sevilla de Gutiérrez Aragón.

Fue el inicio de la oración de un barrio y una ciudad congregados en torno a la imagen. Aplausos, repiques de las campanas, y pétalos cuando la Virgen culmina su primera revirá y la gente canta, reza, el Ave María de Encarnación Coronada. Oración que termina cuando suena uno de los grandes estrenos musicales, 25 Aniversario Encarnación, compuesta igualmente por Abel Moreno, que incluye la segunda parte de esta plegaria mariana.

Un auténtico gusto para el cofrade ver el palio andar por Luis Montoto. La amplitud de la avenida facilitaba que la gente discurriera con normalidad junto al paso, que era acompañado por la Banda Municipal de La Puebla del Río interpretando marchas como Encarnación de la Calzada, Encarnación Cristo de la Presentación. Como lienzo de fondo, los siglos de historia del acueducto, con la Virgen de las madejas presenciando la escena y escuchando los saludos y entusiastas diálogos de los hermanos con cirio cercanos al paso, los más veteranos.

Tras un relevo en el que entra la cuadrilla alta, la Virgen se encamina a la Puerta Carmona con Hermanos Costaleros. No obstante, una incidencia en el llamador del paso ralentiza el discurrir del cortejo por San Esteban. Más pétalos y más aplausos reciben a la Encarnación ya en intramuros y se cumple otro espejismo. Con la marcha La Virgen de los Desamparados el palio se sitúa frente a la ojival puerta de San Esteban. Si no fuera por el sentido inverso del cortejo, ¿quién dudaría que es Martes Santo?

Aquel espejismo soñado se desvanece mientras el palio se aleja, !ay, un palio alejándose!, camino de la Plaza de Pilatos y Águilas, donde más petaladas y más alegrías esperan inquietas su momento. En estas calles se recrea la Dolorosa que fue Palomita de Triana antes de encaminarse a la Alfalfa y la Cuesta del Rosario. Allí el público espera con la sevillana costumbre de aglomerar los bares. Buscando Francos, la Virgen de la Encarnación se topa con el alumbrado navideño del centro. La dualidad de una ciudad en eterno contraste.

Con la incansable Banda de La Puebla del Río poniendo los sones de Macarena, de Abel Moreno, y La Estrella Sublime, la Virgen desciende por la Cuesta del Bacalao. Es entonces cuando se produce uno de los momentos más esperados de la procesión: la Agrupación Musical de Nuestra Señora de la Encarnación, que ha relevado a la Banda del Cristo de la Sangre delante de la cruz de guía en la Alfalfa, interpreta tras la Dolorosa la Salve de la coronación así como Encarnación Coronada.

Cerca de la medianoche, el paso de palio realiza su entrada en el templo catedralicio, con la Banda de la Puebla tocando Coronación de la Macarena Encarnación, ante un público que la ha acompañado durante cinco horas, en vísperas de los besamanos de Las Esperanzas. Más espejismos para una ciudad que anoche ganó el sueño de tener en sus calles a la Virgen de la Encarnación.