Blog

Septiembre de Dolores

Septiembre es un mes de inflexión, terminan las vacaciones para muchas personas pero también empiezan para quienes atienden a los que se han ido en los meses anteriores. El sol y su implacable calor empiezan a marcharse aunque no se van muy lejos. Los pájaros vuelan de sus nidos y emprenden una nueva etapa de su vida lejos de casa. Es un mes que puede clasificarse como agridulce, pero no pasa desapercibido, es un mes clave.

Y justo en la mitad del mes, seccionándolo en dos partes simétricas, se encuentra el 15 de septiembre. Día por antonomasia de la vuelta a las mochilas colgadas en las espaldas, las prisas de los padres con sus hijos y de los maestros repasando su librillo. Es un septiembre de dolores, pero no precisamente por la vuelta a rutina. Porque un mes y un día tan significativo para la enseñanza, también supone un día de celebración para los que tenemos por devoción a una Virgen de los Dolores.

Una de las advocaciones de la Madre de Dios más extendida –sino la que más-. Una advocación que a muchos nos toca, que muchos la sentimos con gran devoción. Un día de celebración desde San Vicente a Torreblanca, desde el Cerro hasta Santa Cruz e incluso llega en parte a Molviedro. Pero habite donde habite, lo que prima es la devoción.

Una devoción que se hace notar en este mes, que es el mes de María, como también lo es mayo y también agosto, porque el mes de María es cada uno de los meses del año. Pero septiembre liga el dolor con Nuestra Madre y quizá no sea casualidad. Porque ya hemos dicho que estos 30 días del calendario son un punto de inflexión en el año, son una esperanza para quienes desean cambiar de rumbo y son nuevos comienzos para soñar lleno de vitalidad.

Y eso es María. El sufrimiento encarnado en una madre pero que a su vez insufla esa incombustible fuerza para salir adelante, esa mano a la que aferrarse antes de dejarlo todo. Por eso septiembre es de Dolores, de María de los Dolores.