Blog

La caridad invisible

La caridad es un pilar del cristianismo y por ende de nuestras hermandades. Es obligación de las mismas practicarla, dedicando medios suficientes para que sea efectiva. Pero incluso la caridad transciende lo propiamente cristiano porque sirve para que las Hermandades tengan un justificante social de su existencia  -una hermandad que se dedique exclusivamente a sacar pasos no hay forma de justificarla- .

La caridad se entiende por dedicar medios económicos para ayudar directamente o a través de organizaciones, y también por la recogida de alimentos o ropa. Estas actuaciones, que no son pocas, parecen definir la caridad, de hecho de esta forma está bien reconocida. Sin embargo, existe una caridad invisible.  También encontramos una caridad silenciosa que es la que realizan las comunidades religiosas.  Pero hablo  de una caridad que poco o nada se pone en valor y  no se tiene en cuenta, quizá porque no se vea.

Y es que las Hermandades son un lugar de reunión, de encuentro, donde las personas unidas por un mismo fin –la devoción a unos titulares- hayan el punto de comunión dejando a un lado posibles diferencias que los separen. Es por esta característica de nuestras Hermandades por la que encuentro esa caridad. Porque hay personas, sobre todo personas mayores, que en las Hermandades a las que pertenecen encuentran un alivio a sus problemas durante un rato o también un medio para no sentirse tan solos.

Puede darse de muchas formas esta caridad, tantas como cada persona que se beneficie de ella. Existe quien la encuentra de manera más permanente porque asume la responsabilidad de un cargo o sólo durante un rato puesto que acude una vez o dos  cada semana.

Esto para mí también es caridad, darle a cada persona un lugar. Es más, ambas formas de caridad deben mantener su existencia por el bien de nuestras Hermandades,  pero sobre todo de los cristianos.