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Brillante Resurrección

Un amanecer frío, una Campana sin sillas y un número de personas que podrían contarse con las dos manos. La memoria me trae la imagen de aquellos primeros años del nuevo siglo, cuando empecé a conocer de la mano de mi padre a la hermandad de la Sagrada Resurrección.

Ese escenario pasó ante mis ojos durante más de una década. Calles desangeladas, nazarenos con evidentes gestos de cansancio y una hermandad que sufría las consecuencias de un horario de salida intempestivo y de un recorrido de ida en ocasiones turbulento. Hasta motoristas cruzaban las filas de los nazarenos, interrumpiendo el discurrir del cortejo por la zona de la calle Feria.

El ambiente no era ni mucho menos el deseado para acompañar a una hermandad. Fueron años difíciles para la corporación que cierra nuestra Semana más grande. Congojas que ni siquiera encontraban alivio en el recorrido de vuelta, donde el público crecía considerablemente a partir de Francos. Fueron años en los que, aquellos que la queremos, sufrimos con ella. Entre esos momentos, está el triste Domingo de Resurrección del 2014 cuando, minutos después de salir, la cofradía tuvo que regresar a su templo por la aparición de una lluvia que destrozó las ilusiones en Santa Marina.

Siendo testigo de estos momentos, no puedo más que congratularme por la decisión que ha tomado la corporación, ratificada por sus hermanos en Cabildo General, de mantener el nuevo itinerario que, desde 2017, se venía realizando a modo de prueba. Una prueba que, evidentemente, ha dado sus frutos.

Con el nuevo horario, no solo ha aumentado el público en el recorrido de vuelta sino también la ida, desde la salida y durante toda la Carrera Oficial, a lo que ha contribuido el gesto del Consejo de mantener las sillas con abono libre para quien quiera acceder a ellas.

Pero no solo es cuestión de público. La Estación de Penitencia del Resucitado, sin olvidar el fin que les mueve, llegar a la Catedral, ha ganado en dignidad y en elegancia, pues no está reñida la Penitencia con la compostura de quienes además llegan proclamando la buena nueva.

¡Jesús ha resucitado! Y ha resucitado para quedarse. Para disfrutar con la ciudad de una jornada donde los corazones se dejan llevar por la melancolía y la nostalgia, para abrir un nuevo camino suspirando con los sones de Amarguras.

Una ciudad que aprovechó la oportunidad que les fue brindada desde Santa Marina para redescubrir que contaba con una Resurrección brillante.