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Crónica de un pulso entre el tiempo y el Miércoles Santo

Mirando al cielo despertó el Miércoles Santo en Sevilla. Y mirando al cielo continuó hasta bien entrada la noche, con el regreso de las cofradías resguardadas por una lluvia acechante, anunciada desde hace unos días en todas las previsiones meteorológicas.
Rodeada de esta incertidumbre arrancó la jornada en el barrio de Nervión, donde salía la hermandad de la Sed en torno al mediodía. Año especial para la cofradía que celebra su L Aniversario fundacional con un destacado programa de actos y cultos.
Las siguientes cofradías en salir fueron las de San Bernardo y El Carmen Doloroso. El misterio de Omnium Sanctorum llegaba al Duque sufriendo una fuerte racha de viento que agitaba las ropas de las imágenes secundarias. El Señor de la Paz estrenaba túnica de salida bordada en oro fino sobre tisú de plata.
A buen ritmo avanzaban los pasos de San Bernardo por la zona de Orfila y Cuna. El Señor de la Salud concentró numerosas miradas de devoción de un pueblo que esperaba con paciencia el discurrir de los más de 2000 nazarenos que integran el cortejo.
La jornada avanzaba y mientras llegaban noticias adversas de otros lugares de Andalucía, y se incrementaba el riesgo de precipitación en la capital, las cofradías anunciaban una tras otra su salida, aunque algunas retrasaron su decisión unos minutos. Por la calle Jesús del Gran Poder se dirigía el Buen Fin a la Catedral. Ambos pasos lucían un exquisito exorno floral, destacando las espinas de acacia que rodeaban al crucificado.
Con un cielo cada vez más nublado, el misterio de la Lanzada avanzaba con premura por la calle Trajano. En aquel momento, ya la hermandad del Carmen Doloroso había tomado la decisión de permanecer en la Catedral, algo que extrañó al público al conocer que la Sed mantenía su regreso, si bien acortando recorrido y horario.
Una lluvia algo más pronunciada que las gotas dispersas que hasta entonces habían caído sorprendió a la Piedad del Baratillo adentrándose en Rioja. En ese momento se abrieron paraguas y se agitaron los nervios. El Cristo de Burgos decidió no hacer Estación de Penitencia mientras que las Siete Palabras salía desde San Vicente y, por la zona de la Magdalena, el largo cortejo del Arenal mantenía la compostura.
Las precipitaciones regresarían con más fuerza apenas una hora después, provocando que Los Panaderos decidiera no salir, que la Sed y San Bernardo tomaran una velocidad maratoniana en su regreso y afectando a las Siete Palabras en la Plaza del Museo. La primera parte del cortejo de esta hermandad pudo contemplar cómo la luz natural de los últimos rayos de sol se colaban entre las nubes para proyectarse sobre las cornisas de los edificios más altos de Alfonso XII. El escenario que contempló la Virgen de la Cabeza fue bastante distinto: paraguas abiertos y chubasqueros para protegerse de una lluvia cada vez más intensa.
La situación se agravó hasta tal punto que la cofradía del Baratillo decidió resguardarse en la Catedral junto al palio de la Lanzada. Hasta cinco pasos acogió el templo catedralicio. El misterio de San Martín entró en el Salvador y el Buen Fin al completo en la Anunciación. Las Siete Palabras regresó desde la Campana a San Vicente ofreciendo una imagen singular: la del Nazareno de la Divina Misericordia andando de espaldas por el pasillo central. A las 22:15 de la noche, en un esfuerzo titánico y loable, las hermandades de la Sed y San Bernardo se encontraban en el interior de sus respectivos templos.
En torno a las 23:00 horas, y tras bajar la probabilidad de precipitación, todas las hermandades deciden regresar a sus templos. El Buen Fin pasó por la Campana en sentido inverso buscando Jesús del Gran Poder y su recorrido habitual de regreso. La Lanzada unió las dos partes de su cortejo en el Salvador, tras salir el palio por la Puerta de Palos y llegar al Salvador por la Avenida, Plaza Nueva, Granada y Entrecárceles.
Por la puerta de Palos salía también la hermandad del Carmen Doloroso, regresando a la calle Feria desde Alemanes, la Plaza Nueva, Campana, Trajano y Correduría. Por San Miguel, y a través de Amirantazgo, Arco del Postigo y Arfe regresó la cofradía del Baratillo bajo una luna que, ahora sí, presidía el cielo de un Miércoles Santo atípico. Una jornada que muchos cofrades daban por perdida y en la que, con numerosos sobresaltos y mucho esfuerzo, han conseguido completar su recorrido seis de las nueve hermandades que procesionaban.