Blog

Crónica de un Pregón anunciado

Era un día trascendental para la Semana Santa moderna. Han tenido que pasar 81 años para que una mujer, Charo Padilla, se situara en el atril del Teatro de la Maestranza para pregonar la Fiesta Mayor de Sevilla. Es un hecho que no puede obviarse ni discutirse. Quizás este sea el motivo más pesado para tildar el pregón de histórico.

Tras la interpretación de “Madre Hiniesta” y un recuerdo al fallecido Rafael Serna, el Delegado de Seguridad y Fiestas Mayores, Juan Carlos Cabrera, presentó el evento con un tono ciertamente monótono, melancólico (en ocasiones apesadumbrado), quizás al recordar su último año, de momento, en el cargo. Hizo de nuevo hincapié en las decisiones tomadas, “siempre con toda responsabilidad”, para mejorar la Semana Santa y su seguridad en unos “tiempos difíciles”.

Juan Espadas, Alcalde de la ciudad, movía las piernas al ritmo de la marcha de Font, casi sin querer. Sonó Amarguras (de destacar que no se realizara ninguna mención en especial, ni antes ni después de su interpretación, al centenario de la composición) y Charo contó su Semana Santa. Vaya por delante que todo el mundo es libre de realizar su propio pregón, y el de la periodista no fue menos. Los nervios del principio se tradujeron en una declamación en ocasiones trabada y dificultosa, pero su condición de reputada locutora salvó medianamente el examen. No fue un pregón literario, los versos quedaron en intentos de rimas finales y la prosa no iluminó por su brillantez. Sin embargo, no fue nada pretenciosa. No se le puede reprochar su sinceridad, su valentía y su narración. Porque fue un pregón narrativo, una pura retransmisión casi autobiográfica.

En diversos puntos del texto se mostró combativa y reivindicativa. Fue muy aplaudida la mención al Polígono Sur, sus vecinos y su Agrupación Parroquial, trayendo hasta el centro de la ciudad la Semana Santa más dura, más real, más cotidiana y más invisible, pero que no deja de tener a Dios en todas y cada una de las familias.

A partir de ahí, todo fue una sucesión de memorias radiofónicas y profesionales. Muy emotivo el recuerdo a su madre, cuando de niña iban a visitar la Macarena (eje central del pregón) la mañana del Jueves Santo. La Esperanza de Triana, la vida de Carmen, “La Maja”, y su madre, se situaron como hilo y argumento para defender y ensalzar la igualdad en las estaciones de penitencia, cuando aún las mujeres tenían prohibido vestir el hábito nazareno, un avance también fundamental en nuestra Semana Santa. No faltaron menciones al resto de sus Hermandades. El Beso de Judas sirvió como contexto a la historia del enlace matrimonial con su marido, Manuel Marvizón, arrancando carcajadas del respetable al referir diversas anécdotas con su hermano José Ángel.

El Cerro del Águila también ocupó un espacio relevante en el ecuador del pregón. Charo nos abrió la casa de Angustias, una vecina del barrio que supone la reducción de la Semana Santa a la base. Humildad, cercanía, verdad y “pucheros”, que diría Santa Teresa. El todo en uno: barrio, hermandad, Virgen y nazarenos. Y una lucha por ser quien se es. Sin aditivos ni artificios. Sillas de enea y puertas abiertas. Y la Virgen pasando.

Refirió la mañana del Domingo de Ramos con su familia, en la Hermandad de la Hiniesta, para hacer una defensa de las familias sevillanas en la transmisión hereditaria de la fe. “Ser buenos cofrades es la mejor forma de ser católicos en Sevilla”. Fue momento entonces para la introducción de nuevos elementos audiovisuales, como el racheo de los costaleros del Gran Poder y las miradas anónimas de quienes le rezan.

Encarando la recta final del Pregón, Charo nos trasladó a la mañana del Viernes Santo y a la voz de Luis León, en aquella célebre transmisión de la entrada de la Macarena y todo cuanto pregonó, con mayúsculas, el propio capataz. Acompañó la Banda Sinfónica interpretando los tríos finales de diversas marchas macarenas: “Esperanza Macarena, “Coronación de la Macarena”, “Esperanza”, “Aniversario Macareno” y “Pasa la Macarena”. Nudo en la garganta y parafraseo a Lope de Vega: “Esto es la gloria, que lo probó, lo sabe”.

El pregón finalizó con el sueño frustrado de dar la exclusiva que, en muchas ocasiones, ha mantenido en vilo a todos los cofrades de Sevilla: saber quién talló a la Macarena. Acompañada de una pieza musical interpretada a piano, retrocedió al principio y recordó a su madre, que en ningún momento dejó de rezar a “esa cara morena” que es Sevilla.

A falta de tres minutos para las dos de la tarde, y tras el preceptivo agradecimiento a todos los compañeros de profesión, finalizó el primer pregón de la Semana Santa de Sevilla pronunciado por una mujer. En el aire, opiniones encontradas y divididas. La pregonera no defraudó: iban a estar presente la calle y la gente. Su calle y su gente. Auténtica y sin complejos. Pero quizás, para el resto de cofrades, no era el pregón que se esperaba, sino la retransmisión anunciada de su Semana Santa. Una Semana Santa, (quizás lo más valioso), diferente.