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Las cosas del Pregonero

Con el verano agonizando o con el otoño recién estrenado llega la llamada, al teléfono o a la puerta de su casa. La inmensa alegría de quien recibe tan grande noticia hace caer sus lágrimas o lo bloquea sin dar lugar a reacción alguna. Eso sí, es difícil guardarse la noticia que ahora inunda la vida del escogido, por eso corre a contarlo a quien primero deba o crea que tiene que saberlo.

La primera noche y alguna de las siguientes, es difícil coger el sueño o se hace más dulce el descanso. Pero cuando el fulgor inicial se rebaja, cae sobre los hombros del pregonero la responsabilidad. La hoja en blanco espera, con el cursor parpadeante o con el bolígrafo desenvainado, si es más puritano. Una idea clara desde el principio o el texto que toma forma con el tiempo. Las mañanas, tardes o noches enteras. Los ratos cortos pero intensos. Cada pregonero decide escribir cuando puede o cuando le sale, porque las musas son importantes. Hay quien la inspiración la lleva dentro de sí y quien la busca fuera. También quien tiene ambas. Las dudas y el no saber cómo avanzar. O quizá ni un titubeo.

Los meses pasan y el almanaque que señalaba lejano el día, ahora avisa que el día se acerca impetuosamente. La inquietud de saber cómo será recibido y la satisfacción por lo hecho. Sin duda, esto último es lo más importante, porque hacer algo que guste a la gran mayoría pero no a quien lo escribe debe dejar un gran vacío.

El día que llegará, tu turno también, y volando pasará, como la propia Semana Santa. Pero al igual que ella, el pregón siempre dejará marcado en ti esos momentos únicos que habrás tenido la dicha de vivir. Todo llega, pasa y se va, sólo quedarán recuerdos, así que procura conseguir muchos para rellenar ese baúl. En él, tu pregón ocupará un lugar privilegiado.

Y antes de empezar a escuchar el pregón, el que se pone delante del atril querrá que recuerdes algo muy sencillo: las formas de escribir y recitar son tantas como pregoneros existan, ninguna mejor ni peor, cada una es íntima y personal. Su forma de mirar la Semana Santa. Por ello, no se puede arremeter con el que entrega su puño, letra y sus sentimientos a quien le escucha, porque no olvidemos que está anunciando lo que más nos gusta, la Semana Santa.