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Medio millón de personas y seis siglos de Esperanza

Quizás los números sean lo de menos, quizás no importen los siglos y las miles de personas y quizás lo vivido en Sevilla en estos días de gozo en torno a la Esperanza, queda dentro de cada uno, de forma individual y única, como vivencia de fe y como emoción del corazón.

Pero quizás Sevilla haya vivido uno de los hechos más importantes de los últimos tiempos en los que más gente se ha congregado en torno a una imagen sagrada, en cuanto a un icono devocional que llama y atrae a gente de todas partes. En los últimos 5 años, han salido los 3 iconos devocionales más grandes que tiene la ciudad y en todas las ocasiones, la gente ha desbordado la ciudad y la ha paralizado. Han sido 6 siglos cargados de historia y que han ido conformando lo que hoy nos llega, la Esperanza de Triana como referente, como espejo en el que mirarse y como una de las mayores devociones del cristianismo que ha sido capaz de reunir en torno a ella a medio millón de personas, algo que en los tiempos que corren no es sencillo de hacer.

El Cecop hacía públicos los datos de la cantidad de público que acudió a encontrarse con la Virgen en su regreso de la Catedral a Triana, datos que decía que fueron incluso superiores a la ya de por sí histórica procesión del pasado jueves. Si a la ida se calculaban cerca de las 250.000 personas, a la vuelta se han incrementado hasta las 285.000 personas. Hasta trescientos autobuses llegaron desde distintos puntos de España y los hoteles estaban al 100% de ocupación. Algo tan usual como poder comer en la calle o encontrar un aparcamiento era misión imposible, la ciudad estaba desbordada.

Eran las 4 de la tarde cuando el paso se levantaba a pulso en el altar del jubileo, comenzaban 9 horas de procesión que prometían ser históricas y es que en la avenida de la Consitución no cabía más gente. El paso visitaba a la Virgen de los Reyes y se acercaba a la calle, cruzaba el dintel de la puerta del nacimiento y las emociones crecía, sonaba Esperanza de Triana Coronada y la salve. Tras ello, algo histórico, La Cigarreras tocaban Pasa Virgen Macarena y entre el público se hacía el silencio. Sin duda será uno de los momentos del día. La Esperanza de Triana con “Pasa la Virgen Macarena”. Ha pasado en la Avenida de la Constitución.

Pasaba por García de Vinuesa y la Puerta del Arenal. En la entrada hacia Adriano, el Cecop había dispuesto un dispositivo para despejar la delantera del paso. Sin duda, las vallas ayudaron de forma eficaz a que pudiera avanzar en un punto de máxima concentración de público, que sirvió como prueba piloto para la próxima Semana Santa, aunque quizá fue algo exagerado el espacio acotado y se viera algo desangelado cuando el paso llegó a la capilla del Baratillo donde la Piedad y la Caridad esperaban a los pies del presbiterio.

La puerta de la capilla estaba bellamente exornada por la hermandad y la floristería Grado, que compusieron un gran jardín en torno al dintel en el que aparecía escrito «Spes nostra». El saludo simbolizó el acto de hermanamiento entre ambas cofradías sellado días atrás. Sonaron marchas como Caridad del Guadalquivir, Pasan los Campanillero o la Caridad del Arenal, las chicotás se sucedían y el paso se levantaba a la música para tras ello, templar la tarde cuando caía el sol por el Aljarafe y el palio llegaba a la esquina con Pastor y Landero, donde le cantó el coro de la Hermandad.

Antes de llegar al Pópulo, justo después de que la música de Font de Anta recordarse otros tiempos, cuando era cárcel, hubo otro gesto con la Macarena sonaba “Como tú ninguna”. Tras ello, suena “Soleá dame la mano”. Una pareja de ancianos se emociona en su balcón con un cuadro del Cachorro en su ventana, como si una mañana de Viernes Santo se tratase. Las mayores aglomeraciones llegaron a partir de Reyes Católicos. Cuando la Virgen se puso de cara al puente, con “Triana de Esperanza”, eran las siete y media de la tarde. La hermandad se afanó en cumplir estrictamente lo estipulado y, un cuarto de hora antes de las nueve, la Esperanza posaba sus zancos en Triana.

Al llegar a Triana todo cambiaba, las estampas que dejó el puente con un reguero de personas caminando tras ella eran impresionante y al llegar al Altozano, la Virgen dio un giro de 360 grados para despedirse de Sevilla. Otra levantá a la música con “Campanilleros”, tras la cual sonó “Esperanza de Triana coronada” y “Encarnación coronada”.

Ya en San Jacinto, otro cordón policial sacó la bulla que llevaba delante el paso hacia la calle Castilla. El barrio dio la bienvenida a la Virgen con fuegos artificiales cuando el palio giró hacia Rodrigo de Triana y había público hasta Pagés del Corro. Se adentraba entonces en Triana, en sus callejuelas y donde se sucedería el reencuentro con sus vecinos. Numerosas petalás, sevillanas y hasta saetas en la calle Pureza, fueron llevando a la Virgen hasta su capilla.

El palio entró en la capilla a la 1 de la mañana, una hora antes de lo fijado. Y es que su andar por los callejones fue fluido gracias a que la policía cortó los accesos a la calle Purea para evitar que se agolpase más público del que existía desde horas antes de que la Virgen llegase hasta allí. Las bocacalles se convertían entonces en la única forma de encontrarse por última vez con la Esperanza antes de llegar a su capilla.

Quizás haya quien diga que vivimos en tiempos de excesos y excesivas procesiones y cultos públicos a nuestras imágenes, pero queda patente, que la Esperanza hacía mucho bien saliendo a la calle y dejando en Sevilla una expresión tan grande de fe y devoción popular. No son tiempos fáciles y medio millón de personas y seis siglos de historia no son nada más que cifras, la vivencia de fe que cada uno pudo experimentar en estos días de Esperanza quedará para siempre, como la devoción a la Virgen, la Esperanza de Triana.