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Expectación transmitida por el ambiente de una tarde vestida de falso estío, la expectación que se vivía entre las filas de quienes se congregaban para ver salir a la Virgen de la Victoria era palpable, acompañada de ese matiz aromático propio de las grandes ocasiones. Y esta lo ha sido, porque Sevilla, a veces perdida en el desconocimiento de su historia y su riqueza patrimonial y sentimental, presentó ante la Virgen de la Victoria sus credenciales como Tierra de María. Este es el hogar de la Madre de Dios y, por tanto, esta es también la ciudad de la Victoria.

Un reclamo que empezó a alzar la voz en el breve pero decidido repique de campanas de la Giralda. El reloj marca la lorquiana hora de las cinco de la tarde y la Plaza Virgen de los Reyes se hace Jueves Santo con los sones de «El Corpus». La Virgen de la Victoria ya está en la calle, bajo el soberbio palio de cajón que es un homenaje al arte del bordado.

En las gradas de Alemanes se agolpan aquellos que buscan el resguardo de la sombra mientras que delante del paso ya hay quien camina de espaldas, absorto en la dulce mirada de un rostro en el que se inspiró la belleza. Antes de revirar a Hernando Colón el palio se detiene y los fotógrafos buscan la instantánea: un diálogo de despedida entre María y el magno templo catedralicio que presenció cómo se colocaba su corona de Reina.

Pero Sevilla tiene aún más credenciales guardadas. La emoción llega hasta el andén del Ayuntamiento donde se colocan como regios guardias de terciopelo los estandartes de las hermandades invitadas a la fiesta. La Virgen llega por la calle Granada y saluda a las autoridades en la puerta de la casa consistorial. Cuando el capataz arria el paso y se reza la Salve casi se puede escuchar el aliento contenido de la ciudad. Un rayo de sol, ahora sí, otoñal, se cuela por la trasera con la delicadeza pura que la naturaleza en ocasiones nos regala.

El llamador suena y la Virgen Cigarrera sube al cielo de una Sevilla que le ofrenda pétalos y aplausos. Vuelven a acumularse los fotógrafos y vuelven a acumularse las emociones. La Virgen gira para saludar al público de la Plaza Nueva. Cuando mira hacia la calle Granada, una pareja de varales enmarca al monumento de San Fernando, otro diálogo ininteligible para nuestros sentidos. Válenos Señora de la Victoria, valed a esta Sevilla que rompe de nuevo en aplausos cuando suena «Coronación de la Macarena», porque ¿cómo llegar a la Victoria si no es por el camino de la Esperanza?

Un ramo de flores entrega la ciudad a la Virgen, que se marcha con la elegancia que llegó para visitar el Arenal antes de regresar a los Remedios. Suena ahora «Triunfal» y de eso también sabe María, testigo fiel del triunfo de su hijo sobre la muerte, el Dios que aguarda en la cercana San Onofre. Sones triunfales para una tarde triunfal, hasta para quien erró al pensar que la Virgen de las Cigarreras no iba a contar con el cariño de su gente, que no iba a ser arropada por el mismo pueblo que sustenta ese sueño primaveral llamado Semana Santa. El sueño que reivindicamos como nuestro, igual que Sevilla ha reivindicado a la Virgen de la Victoria.

Juan Pedro Ríos

Disfruta de la amplia galería de vídeo y fotografía de la procesión extraordinaria de la Virgen de la Victoria ⤵️⤵️

(Reportaje de Victor González, Rafa Soldado, Elias Beltrán, Tomás Quifes, José Campaña, José Casado, Ángel J Ruiz, José Alberto Rodriguez, Miguel Ángel Vilas, Pedro J CLavijo y Francisco J Cruz)