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La Virgen del Rocío, con bambalinas, preparada para su extraordinaria

En la mañana del 4 de septiembre, la Virgen del Rocío amanece preparada para su próxima salida extraordinaria del 8 de septiembre. Para ello, ha sido ataviada en su paso como lo hiciera hace cien años cuando fue coronada canónicamente en la aldea almonteña. La hermandad Matriz y las camaristas han querido ofrecer esta imagen de la Virgen en el primer centenario de esta celebración que se suma a la sorprendente vista del palio al que se le han colocado unas caídas bordadas.

La Virgen viste el traje de los Montpensier, donado por la condesa de París, Isabel Francisca de Orleans y Borbón y el Pastorcito viste a juego. Luce la corona de la coronación, realizada con las donaciones de los rocieros de principios del siglo XX, el rostrillo de Muñoz y Pabón y las ráfagas de puntas de martillo o redondas. Las flores que acompañan al vestido son flores de talco esmaltadas a color. El paso luce engalanado recordando imágenes de las romerías del Rocío de principios del siglo XX

UN PALIO CON HISTORIA

Una de las novedades más destacadas se encuentra en el paso. Con flores de talco y esmaltadas a color en las esquinas, rodean el techo del paso unas bambalinas realizadas por el bordador jerezano Fernando Calderón.

La caídas de palio realizadas en la parte exterior con un brocatel espolinadol de seda natural tramado con metal oro. Dicho tejido ha sido bordado enteramente sobre el dibujo con la técnica de pasadas de hojilla a modo de los paños de altar bordados sobre tul, dando un resultado de nobleza excepcional. A su vez y de forma importante los paños han sido aderezados con gran variedad de elementos decorativos antiguos compuesto de cristales de talco, espejos, espejuelos y mostacillos. Con ello las distintas piezas tienen una estética propia de finales de XIX, manteniendo el sabor antiguo y unificando criterios estéticos con el terno de La Condesa de París, aderezado de igual forma con estos elementos. En cuanto al tejido se puede reseñar que el dibujo es una reproducción un dibujo del S. XVIII llamado modelo San Felipe, compuesto de espigas de trigo y un entramado variado de flores silvestres. Reseñar por último como elementos de terminación, la colocación en la parte superior de un agremán bordado en oro con cristales y hojilla sobre seda champáng. El fleco que da terminación a la pieza también es reproducción de un modelo antiguo, formado por un entorchado de canutillo liso mate y brillante, intercalando partes lisas y y partes salomónicas. Las borlas aderezadas con el mismo fleco, siendo enriquecida en los cuerpos y panzas con filigranas de canutillo y lentejuelas, rememorando aires antiguos. En cuanto a la parte interior, realizada en tisú de plata color arena. LLeva un texto bordado en oro repartido en las cuatro caídas. Dicho texto bordado, se ejecuta en cartulina de granito. A su vez los cuatro paños interiores aderezados con filigranas de cordón, perlas y cristales.


LOS ESTRENOS

La Virgen presenta algunos estrenos de cara a esta salida extraordinaria, entre los que destacan el escudo pontificio de San Juan Pablo II al cumplirse 25 años de su visita, donde aparece la frase que pronunció desde el balcón del Santuario: «Que todo el mundo sea rociero». Ha sido donado por una familia de devotos de Almonte que lo ofrecen en acción de gracias. También estrena otro broche de oro e incrustación de piedras rojas y verdes con la forma del anagrama de María, rematado con la corona real y basado en el anagrama mariano que luce el simpecado de la hermandad Matriz en la parte trasera. Este último ha sido donado por un grupo de almonteños, con motivo de la celebración del primer centenario de la Coronación Canónica de la Virgen.