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Proselitismo cofrade. El camino hacia la vara dorada

«Quiero decirles que si yo soy presidente del Real Madrid, Figo será jugador del Real Madrid». Así de tajante fue Florentino Pérez al anunciar su principal apuesta para su proyecto deportivo. Su promesa electoral y la vía para llegar a la presidencia del Real Madrid era fichar al que por aquel entonces era el jugador estandarte del FC Barcelona. Pero Florentino no enseñó contrato alguno, matizando y aclarando que: » hay un compromiso, no hablo de documentos». El representante de  Luis Figo dijo: «Si Florentino gana, volvemos el lunes». Florentino Pérez ganó las elecciones a la presidencia del Real Madrid.

Donald Trump afirmó durante su campaña electoral : » vamos a construir un muro en la frontera con México, un muro grande y hermoso, y México va a pagarlo». Luego matizó cuando ya era Presidente que «puede haber partes que sea una valla o cerca». Otras de sus promesas electorales usada como gancho fue la deportación de inmigrantes indocumentados, indicando que «los que vinieron ilegalmente, se tienen que ir». La cosa cambió una vez alcanzada la Casa Blanca e igualmente matizó sus palabras : » lo que vamos a hacer es atrapar a los que son criminales y tienen antecedentes».

Aquí tenemos dos claros ejemplos de promesas públicas electorales usadas como gancho para ganar adeptos a una causa, lo que se conoce como PROSELITISMO.

Esto es lo que está viviendo la actualidad cofrade de nuestra ciudad, donde los candidatos tratan de ganar adeptos a su causa y conseguir el número de votos suficientes para ser Hermano Mayor de la corporación correspondiente.

Para ello observo atónito cómo se hace campaña electoral anunciando de manera atrevida y errónea contratos con la banda de moda o con la que se presenta como mejor postor como si se tratara del jugador mediático de turno; o cómo estos candidatos se presentan «fichando» al capataz estrella del momento que será el Messias (digo bien, Messi-as) que llevará a la hermandad al paraíso prometido y que dará ese giro de timón necesario para su candidatura. Esto es señores, proselitismo cofrade. Juzguen ustedes si este proceder es ético o no. En mi opinión es una actitud más que reprochable.

Yo entiendo que el tiempo y las formas son esenciales en todos los ámbitos de la vida, y en la Semana Santa, aún más. Y con este proceder no se están cumpliendo ni el tiempo ni las formas.

¿Está un candidato legitimado para cerrar acuerdos antes de tomar posesión de un cargo? ¿Y si ese candidato, aunque sea candidatura única, no obtiene la mayoría necesaria y hay que repetir las elecciones? ¿Son estas promesas verdaderos acuerdos o intenciones de partes con efecto obligacional condicionado a que dicho candidato quede legitimado para actuar en nombre de la hermandad?

En mi opinión ningún candidato está legitimado para cerrar ningún tipo de acuerdo vinculante hasta que no haya sido ratificado en su cargo con los requisitos legales correspondientes, esto es a través de la votación mediante sufragio personal libre y secreto, y que sea confirmado en el cargo por la autoridad eclesiástica competente. Este es el tiempo.

¿Y la forma?. Una cosa es tener capacidad para cerrar un acuerdo y otra es estar legitimado para cerrar ese acuerdo. El candidato está capacitado para cerrar acuerdos o meros compromisos ínter partes y obligacionales condicionados a su victoria en las urnas, pero en ningún caso está legitimado para contratar, acordar o anunciar nada en nombre de la hermandad, pues eso solo le llegará una vez tomada posesión de su cargo. Una cosa es salir y decir » tengo la intención de contratar a la banda tal o al capataz cual si gano las elecciones» y otra muy distinta es publicar en una red social el cierre de un acuerdo o un contrato con los susodichos. Varían los efectos y varían las responsabilidades. Como dijo el representante de Figo: «si Florentino gana, volvemos el lunes».

Igualmente asisto como espectador asombrado ante la difusión que las bandas, candidatos y sus respectivos fichajes estrellas hacen a través de sus cuentas de instagram, Facebook o twiter, utilizando términos como «contratos», «acuerdos» o similares desconociendo de manera absoluta sus efectos y su trascendencia al darle dicha publicidad.

¿Están las partes cerrando un contrato? ¿Esa conversación o acuerdo de palabra tiene efectos jurídicos? ¿Puede una foto o un mensaje de whatsapp ser prueba para obligar a una de las partes a cumplir con lo hablado?

Vayamos por separado. El contrato existe desde que una o varias personas consienten en obligarse, respecto de otra u otras, a dar alguna cosa o prestar algún servicio y se perfeccionan por el mero consentimiento, y desde entonces obligan, no sólo al cumplimiento de lo expresamente pactado, sino también a todas las consecuencias que, según su naturaleza, sean conformes a la buena fe, al uso y a la ley.

En nuestro derecho un contrato requiere tres requisitos fundamentales, consentimiento de las partes, que puede ser prestado de cualquier manera que efectivamente justifique dicha prestación del consentimiento, objeto del contrato y causa del mismo. Y nuestro sistema es el de libertad de forma salvo algunas excepciones, quiere decir que los contratos son obligatorios cualquiera que sea la forma en que se hayan celebrado siempre que reúnan los requisitos antes mencionados. Para que se entienda y quede claro, los acuerdos verbales son contratos válidamente celebrados y las obligaciones derivadas del mismo tienen fuerza de ley entre los contratantes.

Si un hermano mayor se sienta a hablar en un bar con el director de una banda y acuerdan el precio, los años que tocará la banda y se dan la mano, con o sin saberlo han cerrado un contrato con todas las de la ley, son más difíciles de probar que uno escrito pero tiene la misma eficacia obligatoria. Pero si encima aparecen fotos, correos electrónicos o mensajes vía whatsapp o se publica de  forma expresa en las redes sociales se está probando de manera absoluta que hubo prestación de consentimiento. Y proceder antes de estar legitimado como hermano mayor, en mi parecer, es totalmente desafortunado y está fuera de lugar por ambas partes.

Pero como ya he tenido oportunidad de escribir en algún artículo, estamos vacíos de legislación donde se impongan sanciones a actuaciones que menoscaben la imagen pública de la hermandad, no existen responsabilidades ciertas para los miembros de la junta de gobierno en su gestión al frente de la corporación. Se puede incumplir una promesa de no prescindir de los servicios de por ejemplo el capataz o la banda de turno porque hasta dentro de tres o cuatro años no volverá a haber elecciones.

La palabra dada ha caído en desuso, a día de hoy se considera algo trivial y tengo la sensación que en estos casos nadie ofrece tanto como el que no va a cumplir. Y por ello pido a todos los candidatos que sean conscientes de que la imagen de la hermandad puede quedar en entredicho por actuaciones o promesas públicas hechas con el fin de llegar a la vara dorada. No todo está justificado en esta vida, a veces el fin no justifica los medios.