Blog

Tras el río de devoción, Salud

El pasado Miércoles Santo, la Hermandad de las Tres Caídas tuvo una cita con su propia historia, haciendo partícipe de tal acontecimiento a todo el Jerez cofrade. Se trata de la primera vez que procesionó el Santísimo Cristo de la Salud con la cofradía de la plaza Belén. Sin duda, el estreno más esperado e importante de este año.

Este crucificado conformaba, junto a una dolorosa, la cofradía de Dolores, que se fundó en 1.664 en el convento de Belén. Al principio, la cofradía solo contaba con la dolorosa, que en la actualidad tiene por advocación Nuestra Señora de la Esperanza, titular de la hermandad de la Yedra. Fue en 1.730 cuando se incorporó el Santísimo Cristo de la Salud. La actual hermandad de las Tres Caídas tiene sus orígenes en esta cofradía, pues es fruto de su reorganización en 1.939. La primitiva cofradía se extinguió en la primera mitad del siglo XIX.

La del pasado Miércoles no fue la primera vez que esta imagen procesionó, puesto que ya pisó las calles de Jerez con la cofradía de Dolores. Sin embargo, sí es la primera vez que formó parte de la cofradía actual en Semana Santa desde que dicha talla fuese recuperada en 1.992 por Diego Romero, hermano mayor de la época.

El hecho de que el Santísimo Cristo de la Salud alcanzase la Carrera Oficial y la Santa Iglesia Catedral fue el culmen del sueño y anhelo de muchos de los cofrades de la corporación del Miércoles Santo. Son varios años e incluso décadas de mucho trabajo y esfuerzo que se han materializado este año. Varios cofrades reconocidos que lucharon por este sueño lo vivieron ya desde la gloria.

La hermandad de las Tres Caídas es una corporación que se caracteriza por hacer bien las cosas, y con este guiño a la historia no iba a ser menos. El amor propio y las ganas de ser fieles a su idiosincrasia hicieron que todo lo que rodease a la salida del Cristo de la Salud fuese acorde a la Hermandad. Y así fue: desde el paso, adquirido a una hermandad de Sánlucar de Barrameda, hasta el acompañamiento musical, pasando por exorno floral y forma de andar. Absolutamente todo estaba en consonancia con lo que acostumbra ofrecer la Hermandad cada Miércoles Santo.

Hubo un detalle que sí que marcó la diferencia y que rompió la tónica habitual. A la tradicional representación de la Hermandad de la Yedra, se sumó un nutrido grupo de nazarenos de la corporación de la Madrugá que aportaron Esperanza al cortejo del Cristo de la Salud. De nuevo, otro guiño a la historia, puesto que la Esperanza de la Yedra, como mencionábamos antes, formaba junto al Cristo de la Salud la primitiva cofradía de Dolores.

Para los que no conozcan esta historia, aquel tramo de una veintena de capirotes verdes no tenía explicación. Y así fue para muchos, que mostraban su asombro al verlo. Pero, para quienes conocemos la historia y el significado de aquel gesto, no fue más que la reafirmación del cariño, respeto y sentimiento que se tienen mutuamente dos hermandades hermanas.

Y es que, a partir de ahora, cada Miércoles Santo, tras el río de gentío, fe y devoción que acompañan al Señor Caído, siempre habrá Salud para los Dolores de cuantos se postran ante Él.