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De melancolía lleno, de recuerdos que en mi retina empiezan a cicatrizar, algo que jamás puedo olvidar. No es sencillo asimilar que ya todo ocurrió, que todo se cumplió y como manda la Pascua, Jesús Resucitó. La tarea no es fácil, una papeleta enrevesada que aún me cuesta resolver.

Me pregunto por qué será. Que tendrá esa semana que tanto te hace sentir, que tan vivo me demuestra que estoy y que tan difícil me hace pasar página. Sólo es una semana, unas horas en la calle y unos segundos los que tardan en pasar. El año es inmesamente largo, pero esa semana y esos momentos aunque efímeros son, dejan guardado en mí un regalo que guardo con gran tesón.

Será la mirada inocente de un niño, que por primera vez bajará esa rampa. Será tal vez por unos padres que de amor mueren al ver a su pequeño. Un abuelo también puede tener la culpa, aquí las cosas pasan de mayores a pequeños, y con la frente arrugada por el paso de los años todavía se sigue sintiendo un niño. Me sigo preguntando por que será, que tendrá esa semana que aún me revuelve sentimientos aunque ya se fuera.

Pero sé que nada acaba sino que todo empieza, que no es cosa de un día sino que es de toda la vida, un circuito cerrado del que sales y entras cuando quieras, aquí nadie te va a reprochar nada, no hay quién mande en lo que dentro sientas. Y como nada acaba y todo empieza, el consuelo me queda que las glorias llegan.