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Pregón de la Semana Santa de Sevilla : «Buscad, sevillanos, a Cristo resucitado»

A las 14:12 del Domingo de Pasión de 2018, José Ignacio del Rey Tirado aclamó el popular “He dicho”. Ya todo estaba consumido. En apenas 1 hora y 40 minutos, el pregonero entonó una carta de amor a las cofradías en forma de reivindicación del papel de las hermandades en nuestra ciudad. Un pregón en equilibrio, una definición sobre la importancia que tiene una cofradía en la calle y su sentido. Desde la seguridad hasta su propia autenticidad.

Litúrgico, donde intercaló la Pasión de nuestro Señor, según lo que conocen sus ojos y como la presenta Sevilla. ¿A quién buscáis? Arrancó e imperó con fuerza Ignacio del Rey a los cofrades de hoy. Copiando la forma de interpelar que tuvo Jesucristo en el huerto de los olivos, se dirigió hacia aquellos, los llamados frikis, para saber si realmente los sevillanos y su ciudad, están entendiendo el verdadero sentido de la Semana Santa; “vamos, Sevilla, que viene, vamos, Sevilla, sal fuera”.

Narró la Pasión, Muerte y Resurrección de Dios por las calles de la Híspalis y por las tradiciones que esconde cada rincón de la cuidad de las ciudades.  Desde la ilusión de niños en los preparativos hasta Dios hecho cofradía sacramental. “Omnia parata sunt”.

Volvió al huerto de Dios y desde ahí realizó su llamamiento, ¿A quién buscáis?, “Todo ha comenzado ya. La urbe no quiere creerlo, y le sigue llamando víspera”. Del Rey Tirado alabó la realidad de fe que mueven a las nuevas hermandades y a la ayuda que ofrecen, “dicen que están lejos del centro, cuando lo que tienen muy claro es cuál es el centro”.

Mencionó al sayón que va por San Lorenzo, “¿Por qué me pegas?” El sayón en forma de metáfora se refería a todos nosotros. Somos más allá que Semana Santa, somos formación, asistencia y amor, educación y guarderías, paz y orientación. Pero igual que enaltecemos a la Semana Santa y a nuestra ciudad, somos capaces de negarla ante otros, hasta incluso tres veces. El pregonero afirmó que se puede vivir las cofradías como algo cultural y que no hay que cerrarle las puertas a nadie, pero añadió, “sin mi Fe, no saldría, tenlo por seguro”.

Habló de Triana, de la recientemente coronada Virgen de la Salud, de la Estrella, de la O, del Gitano que muere en la Cava, de la teja y de la cerámica, de Pasión y Muerte, del trianero más antiguo que reside en la calle Pureza, y acabó con ella, con los ojos de la Esperanza, con la mirada que mueve a Triana.

Siguió la liturgia. Jesús fue llevado ante Poncio Pilato en Torreblanca y en San Pablo. En la Amargura se hace Silencio ante Herodes. En los Remedios, vuelve a ser castigado por Pilatos, donde su madre, “coronada por estrellas, aunque ya todos te tienen por Señora y Reina nuestra”, le acompaña a su Pasión. Es burlado en San Esteban y en la Anunciación. Cuando llega a la calzá, vuelve con Pilatos.

Llegó al Arco y el pregonero compartió con los espectadores la historia del nacimiento de su hijo, tras ello, Suspiros de España inundó el Teatro de la Maestranza. El pregón llegó a su punto más alto, y fue así como nos hizo recordar a aquel pasado mes de mayo cuando la Macarena cruzó Sevilla por su 50 aniversario. Su devoción macarena quedó plasmada en el aire que, con la conjunción del pasodoble, creó una atmósfera única en el auditorio, que acabó haciendo un homenaje al emblemático capataz macareno y reciente fallecido, Miguel Loreto. “En mi corazón te llevo metida y el eco de mi canción llevará Macarena en un suspiro”.

El pregón llegó a la mitad de su acto, y así fue como Ignacio del Rey mencionó a su primera hermandad, El Silencio. Compartió como es el Silencio en Sevilla, como es para él ser nazareno de San Antonio Abad, como se llega también a Dios por el Silencio. Fue punto de partida para hablar de la noche más larga. La noche más mágica y bonita del año convertida en avalancha y estampida. “¡Sevillanos! La madrugá está en peligro”. Llamó a todos los sevillanos, no tengamos miedo, la madrugá es de todos y hay que cuidarla para nosotros y para los que vendrán; “fiesta de fe y compromiso”, donde nuestras armas son la fe y la devoción. “¡Sevillano, toma las calles, que el Señor sale a buscarte, y has de encontrarte con ÉL!

Después de ello, el pregonero hizo íntima la madrugá para él. Transmitió que “de la madrugada sale el nombre de sus hijas”, Esperanza Macarena y María de la Concepción, que es una noche definitiva, la noche en la que verás a Dios por las calles de Sevilla”.

Habló de Paz, de Pasión y de Salud. Del Gran Poder de Sevilla, quien fue “capaz de transformar una mañana de noviembre en primavera anticipada”. De la subida al Calvario que tuvo nuestro Señor, que en Sevilla va desde la Magdalena hasta el Prado.

Mencionó que, aunque una jornada haya dado una vuelta completa, la fe es la que consigue que todo siga ahí porque “lo mires como lo mires, del derecho o al revés, yo creo en el Martes Santo, en el día de la Fe”.

Habló de la Expiración que va del Museo al Cachorro, de la orden de la Caridad a la que tanto quiere y tan arraigado está, del Amor que en Sevilla muere crucificado. Y volvió al Calvario, al Prado, a su segunda hermandad, a los Estudiantes. “¿Quién dice que estás muerto, si vas repartiendo vida?”

Contó sus momentos en la hermandad, su virgen de la Angustia y su Cristo de la Buena Muerte, su vida. “Es la vida misma; pasamos del terciopelo al esparto, de acompañar la cercanía de la imagen a alumbrarnos con el cirio de la Fe en las horas de lejanía y soledad”.

En una serie de versos aclamó el pregonero su devoción y fe sobre su vida de hermandad y sobre los titulares que tanto quiere. “Yo soy de la Buena Muerte. Soy cristiano y soy creyente. Yo soy de los Estudiantes”.

El pregón iba llegando a sus últimos lances. Ignacio del Rey dio protagonismo a la Soledad que a todo cristiano embauca en algún momento de su vida por la fe. “Nada queda, salvo la Soledad”.

Y RESUCITÓ. “¿A quién buscáis? Cofrades de Sevilla, ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?” Se cerró el ciclo y así el pregón.

Se enhebró la liturgia por la palabra mediante nuestra Híspalis querida. El pregonero dio un mensaje de vida, “buscad a Cristo resucitado” porque sólo así podremos verlo, liberado de su cruz y de sus penas, porque sólo así, se podrá ver “de qué color son los ojos del Cristo de la Buena Muerte”.

(Fotografías Carlos Rojas)

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