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Los pronósticos se cumplieron, Sevilla tuvo Domingo de Ramos

Hace una semana pocos podían imaginar que la primera jornada con Carrera Oficial de la Semana Santa de Sevilla pudiera salvarse. La mañana de ayer no auguraba un buen día. El cielo de Sevilla no era el de un Domingo de Ramos. No había sol, ni niños correteando por las calles de la ciudad, ni terrazas atestadas de gente esperando la salida de las cofradías. Había incertidumbre, paraguas abiertos a ratos y la eterna esperanza de que abriese el día.

En el Porvenir se iba a tomar la primera decisión. La Junta de Gobierno de la Hermandad de La Paz pedía media hora. Aumentaba la incertidumbre. La borrasca daba sus últimos coletazos en Sevilla y ponía en riesgo la estación de penitencia de la hermandad del Porvenir. Nazarenos mojados, bandas en silencio, se acercaba la hora y no dejaba de llover. Media hora más, la borrasca no quería irse.

Pero se tuvo que ir, no podía dejar a Sevilla sin Domingo de Ramos. A escasos diez minutos de que la Junta de Gobierno de la Paz tomase una decisión, la lluvia cesó. Los pronósticos se cumplían, el sol aparecía y los aplausos resonaban en la Calle San Salvador. La Paz se echaba a la calle con una hora de retraso. Sevilla, ahora sí, estaba de nuevo en Domingo de Ramos. La Borriquita, Jesús Despojado, la Cena y la Hiniesta retrasaban sus salidas, dando espacio a la Paz aunque provocando un retraso que fue el gran lastre de la jornada, sobre todo para los nazarenos.

Largos parones precedían la llegada de los titulares de cada hermandad. La espera se hacía eterna y no se quería esperar. El sol hizo acto de presencia, no podía perderse esta jornada y, a pesar del viento, todo se asemejaba más a lo que entendemos por Domingo de Ramos. Charcos en el suelo, Sol en el cielo y un mar de incienso en Sevilla. La Borriquita abría la Carrera Oficial y los niños que formaron su cortejo volvieron a llenarnos a todos de ilusión. En San Julián el segundo de los pasos cruzaba el dintel de la puerta mientras que Jesús Despojado enfilaba los últimos metros antes de entrar en Campana a los sones de Virgen de los Reyes. Con cinco de las nueve cofradías en la calle y a pesar del parón y cambios de itinerarios, la primera jornada de la Semana Santa intentaba recuperar la normalidad.

Y lo normal este día es que Triana esté abarrotada, que no quepa ni siquiera un alfiler en la Calle San Jacinto. La Estrella estaba lista, iba a ser la primera un año más en cruzar el Puente de Triana y meterse en el corazón de Sevilla. Casi a la misma hora, San Roque se echaba a la calle. Los cortejos perfectamente formados y las calles cada vez más llenas. La temperatura acompañaba. A última hora de la tarde La Amargura dejó de nuevo estampas bellísimas por la Calle Feria y Europa, embriagando de sones clásicos y un aroma a Sevilla a cuantos la disfrutaron por su camino de ida. A la vuelta, la hermandad de San Juan de la Palma precedía al Amor.

La noche trajo consigo temperaturas más bajas, aunque momento inolvidables. La Amargura y el Amor volvían a conseguir el silencio en el Salvador para ver uno de los momentos de la Semana Santa sevillana. La Hiniesta adentrada en el laberinto de calles que forman su barrio, la Cena volvía a su casa, Los Terceros cuyas puertas se volverán a abrir dentro de unos días. El Domingo de Ramos se iba consumiendo.

Costó pero Sevilla tuvo su Domingo de Ramos. Se fue la borrasca para dejar que se abriese la primera jornada de la Semana Santa. Sol en la calle, ya ha amanecido, se avecina un nuevo día cargado de emociones, de nuevos sentimientos, de esquinas oliendo a incienso, de frío por la noche. Sevilla amanece en un nuevo Lunes Santo con un recuerdo que durará más de un año, el del Domingo de Ramos que sí fue y que no pudo estropear la lluvia. Seguimos soñando.