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Echar a andar…

Aquello fue un espejismo. Un golpe, un desafío, una advertencia. También una verdad. Un ánimo, un aliento en la espalda a tantos suspicaces, abanderados de un dogma universal que no va más allá de esa muralla que hoy día sigue en pie en su visión ilusoria de la Semana Santa, como un telón de acero para con sus también hermanos.

Hoy el Señor está radiante, decidido, dispuesto. Pero también está solo. Sube al estrado de sus andas y debe afrontar la que será, inevitablemente, una sentencia. Su advocación es idónea para este día. La extrañeza que a veces siento en mi ciudad me hace ir más allá en las interpretaciones de la (mi) religiosidad. Las personas avanzan; en sus manos no siente quizás el beso amigo de sus vecinos. Lejos el molino, los caños, la Virgen de los Dolores (su madre). El gótico-mudéjar es inmenso sobre su cabeza, pero su historia le resulta amable y cercana a los orígenes de su barrio, tan cierto como San Bernardo o Bellavista (barrios también, por cierto).

A su lado esta vez no estará Pilatos, a quien sin duda echará en falta. El prefecto cumplió su mandato y lo entregó al pueblo, que será quien juzgue 2000 años después. En Él van encarnados los deseos, las propuestas y los anhelos de tanta marginación, exclusión y pobreza, agudizada en su mayoría por los adalides de los dichosos cánones y doctrinas. Abriendo el paso, los valientes que también se decidieron a emprender esta aventura que no deja de ser una travesía sin más.

Y plantarán su Cruz de Guía por Feria, las monjitas, el centro mismo de la ciudad. Rendirán honores al Rey Santo, que levantó su campamento en el germen del barrio tan presente como nunca. Y el Cautivo de Torreblanca atravesará la Puerta de Palos en nombre de la religiosidad popular, unida en un mismo nombre y distanciada, solamente en la teoría, por el asfalto dichoso.

La Semana Santa se ha construido a base de asaltos, presencias y reivindicaciones siempre populares (el anarcosindicalismo de Chaves), y esta vez no va a ser menos. Asistimos a un evento histórico que debe marcar, de una vez, la integración global de todas las Hermandades, separadas por el despreciable intento de una superioridad moral que jamás existió.

Dios mediante este lunes, de una vez, Sevilla echará a andar.