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Meditación en la Hermandad de los Estudiantes

Todo se concentraba en el aula magna (benditas paradojas) de la Lonja universitaria, reducto mínimo de todas las enseñanzas universales. Jamás aparecerá en los libros la fórmula para embellecer el dolor de los humanos. Es el don de la gracia. Nada de intercesiones. 75 años (más de dos mil desde siempre) impartiendo lecciones a generaciones de futuros sabios. La Virgen estaba preciosa con sus nuevos bordados, elaborados en el más puro silencio de la profesionalidad. Sin estridencias.

Lutgardo rompió el velo del recogimiento con una reflexión en su estilo: intimista, desnuda, compuesta con imágenes sobrecogedoras. La creación del universo, la Virgen por el Alcázar, “las estrellas tejiendo una red infinita de galaxias…” Breve y hermoso. Un suspiro. Nos supo a poco. La Virgen escuchaba atenta el primer turno.

Alberto García Reyes cambió el registro de su pregón. Sin aspavientos ni voces al aire. Una voz rota, que parecía reproducir las letras como quien cierra una cancela vieja, como quien ha dedicado su vida al ejercicio mismo de la palabra. Su impronta, eso sí, clara: reminiscencias flamencas (Manuel Torre, carceleras…), metros del mismo orden (soleás, romances)… en definitiva, directo, humano, trato de igual a igual, de naturaleza misma. El Señor de la Buena Muerte ocupó el último verso.

Era la primera puesta en escena de José Ignacio del Rey una vez conocida su condición de pregonero. Su propuesta fue clara y limitada: recordó la llegada de la Virgen a hombros de sus jóvenes e ilusionados devotos, y cómo la vida ha ido desfilando ante sus ojos. Desgranó sus martes santos. La prueba de fuego, en marzo.

Cuando terminó el acto, el sacerdote propuso a los presentes a besar, por última vez en la noche del sábado, las manos benditas de la Virgen de la Angustia, que lucía distinta o, al menos, nosotros lo interpretábamos así por el mero hecho de estar de celebración. Y es que el poeta de la noche hizo lo propio para recordarlo: “feliz, en tu día”. Una canción de cumpleaños.

(Fotografías Miguel Guerrero)