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Al silbido amoroso, nos anuncia que ya todo es Pastora

Al Silbido amoroso, los corderos del rebaño de nuestra madre, acudimos sin demora. A las puertas de un nuevo septiembre, todo nos anuncia que YA TODO ES PASTORA.

Que difícil es hablar de la que es tus desvelos, tus anhelos, tus alegrías, y en algunas ocasiones, el pañuelo de tus penas.

Hay muchos septiembres. Todos llegan en el mismo tiempo, pero no hay dos iguales. De cambios, de idas, de venidas. Siempre igual y siempre distinto. Sin embargo, este se siente aún más diferente. Un septiembre de júbilo y fiesta, que este año se torna más especial, cuando se conmemora el 25 aniversario de que nuestra Divina Pastora de Santa Marina, se convirtiera también en la Divina Pastora de la calle Amparo. 25 años del fin al éxodo de peregrinaciones que a lo largo de 56 años nuestra Hermandad vivió, y que daba por fin a nuestra Madre una casa, la Casa de la Primera Pastora del Mundo, desde que las llamas pusieron fin a la estancia en su histórica sede canónica Santa Marina, que le hizo errar por diversos templos, y poniendo fin a los desvelos de muchos y muchos hermanos que con sufrimiento lucharon por encontrarle un lugar donde seguir forjando los anales de la corporación. 25 años desde que conseguimos levantarle un palacio a nuestra ‘…Pastora que Reina incluye, Reina que incluye Pastora’. 25 años que nos han enseñado (a los que estuvieron y a los que hoy estamos), que es el esfuerzo, y lo que supone recuperar al culto un templo para nuestra Archidiócesis a base de muchas vueltas de tuerca, inventiva y sobretodo, constancia.

Porque si por algo nos diferenciamos los hermanos de la Primitiva Hermandad, es por la lucha, por el trabajo incansable. Cuando se cruzan las puertas de esa capilla, si algo te enseñan desde el primer momento, es a sentir el peso de la historia, la tradición y la devoción que desde hace más de 300 años incansablemente se ha ido labrando al rededor de este ‘Regalo de Sevilla a la Iglesia’ que Fray Isidoro de Sevilla ideó, en San Gil surgió y que en Santa Marina constituyó la Cuna de la Devoción Pastoreña. Te enseñan que por nuestra Madre, «estamos dispuestos a dar la sangre que brota de la espina de quererte». Todo y más, que ‘Ella aprieta, pero no ahoga’ y te lo devuelve todo multiplicado por mil. Que las satisfacciones más grandes, van siempre de esa ‘mano que guía el mundo’ y que se ha convertido en nuestro norte y guía.

Que difícil es hablar de la que es tus desvelos, tus anhelos, tus alegrías, y del pañuelo de tus penas. Que difícil, es hablar de lo que por ti sentimos, cuando se han dicho tantas cosas bonitas de ti. Pero que fácil es quererte Madre. Que sencillo resulta quedarse prendado de eso ojos tornado, de la ternura de tu sonrisa, de ese porte y elegancia, de esas mejillas sonrosadas y esas manos tiernas que nos sostienen a cada instante.

A las puertas de tu Novena solo nos queda disfrutar y pedirte que nos permitas vivir el resto de nuestras vidas comenzando y terminando nuestros años al silbido amoroso que llega con septiembre, septiembre de la Pastora.

(Fotografía Victor González)