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Evolución cronológica y estética del misterio de Jesús Despojado

La entrañable (y sufrida) hermandad de Jesús Despojado siempre se ha visto doblegada a multitud de vicisitudes históricas e institucionales. A lo largo de su aún breve singladura, que apenas cuenta con un siglo de existencia, siempre ha estado presente la necesidad de sobreponerse a los vaivenes de las dificultades (el embargo de los pasos, la Junta Gestora tras los desórdenes de la Semana Santa de 1942 y la consiguiente retirada de Reglas…)

Hace poco, el Hermano Mayor, Rafael Aranda, explicaba con nostalgia y algo de amargura la primera salida procesional de la Virgen de los Dolores, adornada escuetamente con crisantemos e iluminada con cera de pobre calidad. Hoy día la Hermandad es un auténtico referente en el Domingo de Ramos, y goza de una espléndida salud, asegurándose un porvenir provechoso y lejos ya de aquellos primeros años de la década de 1940.

En este artículo, tomando como guía el libro “La Hermandad de Jesús Despojado. Historia y Patrimonio”, coordinado por Carlos Romero Mensaque y con la participación de Jesús Luengo Mena, y Rafael Aranda Barrionuevo, abordaremos la evolución del paso de misterio de Jesús Despojado, que detalladamente se desarrolla en el citado libro.

La primera salida procesional de la Hermandad, que se produce en el año 1941 y con un solo paso, se realiza desde la iglesia de los Terceros, actual sede de la Hermandad de la Cena. Por aquel entonces, la Hermandad residía en la capilla servita de San Marcos, desde donde era imposible realizar la maniobra de salida por las reducidas dimensiones de la puerta. Era Domingo de Ramos, y en el misterio aparecía Jesús Despojado con cuatro figuras: un soldado romano y tres sayones judíos. Uno de ellos ofrecía vinagre en una esponja, otro procedía a desnudar al Señor y otro cavaba un agujero para situar la cruz. Todas estas imágenes son obra de José Sanjuán Navarro. Jesús Luengo Mena afirma que “presenta algún anacronismo, pues la escena no se corresponde con ningún relato evangélico. El pasaje de la esponja solo se recoge en San Juan (Jn 19,29), con Cristo ya crucificado”. Las imágenes, posteriormente, son cedidas por José Laborde a la Hermandad, cuando se reorganiza en la parroquia de San Bartolomé en 1958. El paso en sí, la canastilla, fue ejecutado en caoba con tableros de metal, obra de Manuel Casana y con la orfebrería firmada por Andrés Contreras. Hoy día se encuentra en la Hermandad del Prendimiento de San Fernando, en Cádiz.

En 1942, la Hermandad salió el Lunes Santo, con la misma disposición iconográfica, pero con el detalle de que el Cristo ya llevaba los brazos caídos, en posición de recepción y entrega, pues en la primera salida, el brazo derecho estaba flexionado con la mano a la altura del pecho, tal y como lo concibió Perea en 1939, inspirándose en aquel recluso, preso del miedo y la muerte.

En ese año la Hermandad queda suspendida y con las Reglas retiradas, por lo que los titulares pasan a San Hermenegildo, posteriormente los Servitas y finalmente en San Julián, donde vuelven a recibir culto. Los sayones y el romano del primitivo paso son cedidos a una hermandad de Guadalcanal, pero con la refundación se recuperan, a excepción del soldado romano.

En 1975 se produce la primera salida procesional tras más de 30 años de ausencia. Esta vez, lo haría en Sábado Santo, y desde la Parroquia de San Bartolomé. Ese año acompañarían al Señor los sayones primitivos, de Sanjuán, más tres figuras estrenadas: un centurión de Álvarez Duarte, un romano de Emilio Pizarro donado por la Hermandad de la Lanzada, y el famoso sayón negro de Castillo Lastrucci, y propiedad de la Esperanza de Triana, que tras ser restaurado fue devuelto, ya en 1999.

Años después, a finales de los 70, cambia la disposición de las figuras, pues son tres las que se van a situar delante del Señor, que queda dispuesto en el centro de la escena. En el año 1979, el romano que se situaba por delante del Cristo aparece detrás, dialogando con el sayón que porta la sentencia. “Hubo un intento fallido de cambiar las figuras del misterio por otras de Navarro Arteaga, proyecto presentado en 1994 y que concebía cuatro nuevas figuras y el sayón negro. Sin embargo, el proyecto no fue aprobado y se abandonó la idea”, apunta Jesús Luengo. En 1979 se culminan dos fases del tallado total del canasto: la crestería y los respiraderos, bajo diseño de Antonio Martín Fernández. Los candelabros pertenecían a la Hermandad de Montserrat, y figuraron en el misterio hasta 1984. En esta imagen contemplamos la delantera y la disposición de las imágenes previamente descrita. El misterio sale de la Parroquia de San Esteban, donde se refugió por mor de la lluvia, viendo frustrada su estación de penitencia.

En el Cabildo de Oficiales del 15 de septiembre de 1997, Manuel Vicedo, hermano mayor por aquel entonces, comunica a la Junta la pretensión de un hermano anónimo de costear todas las nuevas figuras secundarias, que se encargarían al imaginero Manuel Ramos Corona, levantando multitud de críticas por parte del responsable del Departamento de Patrimonio Histórico-artístico. Finalmente, en 1998 se estrenan las figuras de dos romanos, uno portando los dados del sorteo y otro la espada y el pergamino, un sayón que desnuda al Señor y un cuarto que ofrece a Jesús el vino mirrado, “con una actitud burlesca que contrasta con el rostro más serio y comedido de las restantes figuras”, afirma Jesús, historiador del arte. Este año sería el primero sin el famoso sayón negro de la Hermandad de la Esperanza de Triana.

En 1999, se incorpora un nuevo sayón que se coloca por delante del Cristo. Ramos Corona propone a la Hermandad finalizar el paso con dos nuevas figuras, proyecto que se aprueba en cabildo de 2002. El 24 de marzo de aquel año, Domingo de Ramos, se estrena el sayón con un martillo que clava el INRI en la parte superior del madero.

Hasta el día de hoy, el misterio no ha sufrido ninguna modificación y se conserva tal y como se gubió en el taller del escultor sevillano. Por tanto, Jesús Despojado de sus Vestiduras aparece acompañado por seis figuras secundarias: dos soldados romanos, dos sayones que proceden a desnudar al Señor, y un tercero ofrece un cáliz con vino mirrado. Al fondo de la escena, el último sayón clava la inscripción que identifica al hombre que redimirá a la humanidad: Iesus Nazarenus Rex Iudaeorum.